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El alma de un país

por Manuel Ordorica Mellado

Los datos sobre población y sus componentes son el alma de un país porque nos indican las condiciones en que viven sus habitantes y nos señalan los requerimientos en materia de bienestar social y económico. México cuenta con una larga historia en fuentes de datos demográficos. Tenemos censos modernos desde 1895 y estadísticas vitales desde hace más de un siglo; se han levantado encuestas sociodemográficas desde hace más de medio siglo. Tenemos más datos de los que podemos analizar.


La información sirvió para dar un giro en la Política de Población. El mismo presidente Luis Echeverría cambió de la idea de “gobernar es poblar” a la de regular los niveles de fecundidad. La información y los análisis sirvieron para no plantear la meta del crecimiento cero. Se diseñaron metas y se analizaron los requerimientos y la viabilidad de ellas.

Detrás de todo este trabajo había un importante proyecto de evaluación de datos demográficos que hoy no tenemos. Los investigadores estamos muy preocupados por explicar, pero sin evaluar la calidad de los datos. Este es un tema que se nos ha olvidado. La única fuente que se ha evaluado con profundidad es la Encuesta Mexicana de Fecundidad de 1976.

Además, antes en las proyecciones había diversos escenarios y se analizaban con cuidado cada uno de ellos para plantear la demografía del largo plazo. Había un proceso riguroso de evaluación de datos; se hablaba del país que queríamos. Hoy en las proyecciones tenemos cientos de miles de datos por edad (100); sexo (3); años en el futuro (40); estados (32); municipios (2,000); zonas metropolitanas (20); cifras que difícilmente revisamos.

Información y diagnósticos tenemos, pero nos hace falta establecer los hilos que vinculen esos datos con la toma de decisiones; la integración de la Política Demográfica se ha que quedado en cifras y palabras, pero no sabemos cómo instrumentar este concepto. Los investigadores tenemos que proporcionar los elementos para la integración de información y planeación.

También hace falta la evaluación de las cifras derivadas de los datos sectoriales. Tenemos que responder a muchas preguntas como las siguientes: ¿Cuántas escuelas hay que construir? ¿Cuántos profesores hay que formar? ¿De qué niveles? ¿Cuántos jubilados habrá desde hoy hasta mediados del siglo, cuando muchos de ustedes todavía estén vivos? ¿Cuántos empleos hay que generar? ¿En qué sectores? ¿Cuántas viviendas hay que construir? ¿Cuántas mujeres van a vivir solas sin seguro social, porque viven más que los hombres?

No se trata de llenar las computadoras de cifras. Se han hecho recientemente dos proyecciones de población y necesitamos compararlas, la de la Somede y la oficial. Una es criticada por problemas en los niveles de fecundidad y en la migración internacional y la otra porque tiene un nivel muy bajo de omisión. ¿Podríamos aceptar un censo casi perfecto? ¿Podríamos aceptar niveles de natalidad más elevados? Hay muchas preguntas que responder.

Hace falta un mayor número de investigadores en el campo de la Demografía Matemática, que manejen números. No es posible que las proyecciones recaigan en un puñado de personas. Además, falta tener un sistema integrado de información sociodemográfica que vincule todo con todo.

Respecto a la natalidad, por ejemplo, el CONAPO estima para 2010 una cifra de 2,200,000 nacimientos, mientras que los registrados por el INEGI son 2,600,000, una diferencia de 400,000. En 2000, la diferencia era de casi 700,000 entre ambos nacimientos, estimados y registrados. O sea, uno de cada tres o de cada cuatro tiene doble acta de nacimiento. Esto no es reciente, viene año tras año desde hace casi medio siglo. ¿Son registros dobles? Pero si no es eso, ¿entonces qué es? Los demógrafos no hemos podido resolver este dilema. Necesitamos más sociodemógrafos que sepan jugar con los datos.

Hay que reconocer que nuestros pioneros mexicanos Benítez, Cabrera, Madrigal, Chavira, Loyo; y los extranjeros, Lotka, B. Pichat, Keyfitz, entre otros, tenían un gran respeto por los datos. Cada cifra que producían, la evaluaban, la analizaban en su consistencia interna y externa.

Como dicen, los datos son fríos, pero hay que calentarlos. Para vincular información y planeación hacen faltan cifras sobre metas u objetivos. ¿Cuáles son las metas sociodemográficas? ¿Cuáles son las metas en mortalidad infantil; materna; migración interna e internacional; distribución de la población; etcétera? Hay que tener claro en dónde estamos.•

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