Mario Luis Fuentes

En la urgencia, la política está fallando

Quienes tienen mandato y responsabilidad política están actuando, mayoritariamente, con base en meros cálculos electorales, lo cual resulta mezquino.


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En las últimas semanas se han publicado, en diferentes medios de comunicación, desplegados y cartas haciendo llamados al Poder Ejecutivo a fin de proponer, en algunos casos y, en otros, exigir, medidas adicionales a las anunciadas públicamente por la Presidencia de la República para enfrentar las emergencias sanitarias y económica que amenazan severamente a nuestro país.

La percepción es que el presidente no escucha voces fuera de un círculo cercano. Por un lado, en la comunidad académica predomina la sorpresa y el desconcierto respecto de la negativa a reflexionar con base en un posible diálogo respetuoso y fructífero. Por el otro, los gobernadores de partidos de oposición a Morena, legisladoras y legisladores, y líderes de partidos han optado por el desarrollo de estrategias comunicativas y mediáticas de confrontación activa al proyecto del presidente López Obrador.

Sin puentes de entendimiento

En el conjunto de la discusión política pública, el resultado de lo anterior es una preocupante comunidad de ruido, en la que no hay puentes para el entendimiento. Particularmente, quienes tienen mandato y responsabilidad política están actuando, mayoritariamente, con base en meros cálculos electorales, lo cual resulta mezquino, pero, sobre todo, contrario a la responsabilidad que tienen de tomar decisiones que serán determinantes, de manera literal, de la posibilidad de salvar, o no, al mayor número de vidas posibles en la fase crítica de la pandemia, así como proteger el patrimonio y los ingresos de la población más vulnerable ante esta crisis.

En este contexto, llama la atención el último desplegado, firmado por los presidentes de cinco partidos políticos nacionales. Y frente a éste surge la pregunta: ¿por qué no, en lugar de este instrumento, cuya eficacia es prácticamente nula, piden una cita al Presidente de la República para discutir, de cara a la nación, cuáles son las alternativas que tenemos; qué pueden sumar para que el Ejecutivo cuente con todo lo necesario para enfrentar la crisis y sacar al país del atolladero en que se encuentra y evitar que todo lo que se ha acumulado este año en la lista de los desafíos nacionales se convierta en una auténtica tragedia para México?

Urge un diálogo público

Por todo esto, hoy más que nunca es urgente que el jefe del Estado mexicano sea quien proponga y lidere el diálogo —que no el debate— público. Que desarrolle los mecanismos necesarios para garantizar que las y los mejores mujeres y hombres que tiene el país puedan aportar todo su potencial y capacidades, sí, para la superación de la crisis, lo cual no puede ser resultado sólo de la visión de un grupo —aun cuando sea ampliamente mayoritario—, sino la suma inteligente de visiones que pueden articularse en aras de un país auténticamente incluyente y representativo de la diversidad y pluralidad ideológica y política del país.

Dadas las dimensiones, magnitud y complejidades que caracterizan a México, lo urgente es construir los acuerdos necesarios, reconociendo que hay liderazgos más allá de los partidos políticos; que hay personas en la academia y en la sociedad civil enormemente activa y comprometida y que, al igual que el Ejecutivo, aman a México, y que están dispuestas a hacer lo necesario para enfrentar la crisis y construir un país más democrático, justo e incluyente.

Un pacto nacional para proteger a los más vulnerables

Sin una práctica política generosa y tolerante, no hay democracia. Y en su construcción, en un régimen presidencialista como el nuestro, el Presidente de la República es la única figura capaz de convocar a un proyecto común compartido.

Las circunstancias del país cambiaron radicalmente en los últimos dos meses y, lamentablemente, lo harán aún más las siguientes semanas. Y no hay de otra: o se construye un pacto nacional para que, efectivamente, se proteja a las personas más vulnerables y encaminar a México hacia la más rápida recuperación; o estaremos condenados a seguir en un país polarizado, dividido, faccioso incluso en algunos sectores, que lastimará aún más a millones de mexicanas y mexicanos.

Esta es la hora de la política; y no asumirlo traerá consecuencias; por cierto, de las peores.

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