por Inés Fernández Llanes

Los millennials se autodefinen como: “Una generación de transición. Somos la última en muchas cosas y la primera en otras tantas. Estamos entre lo viejo, que no acaba de morir, como el papel o el bipartidismo, y lo nuevo, que no acaba de nacer. Una generación que compra las entradas de cine en Internet y luego las imprime”. 


“Aspiramos a todo lo que han aspirado nuestros padres, pero superándolos. Ellos se conformaban con un trabajo que les diera de comer y nosotros queremos que nos dé de comer y nos guste”, resume María Viajel, de 25 años.

La Generación Y, más conocida como millennials, corresponde a las personas que han nacido entre 1981 y 2000. Han cambiado las pautas de consumo y representarán 75% de la fuerza laboral del mundo, según apunta Deloitte.

Este grupo de jóvenes son nativos digitales, multicanales, sociales y exigen personalización y valores. La agencia de análisis de mercado Exponential Interactive subrayó: “No existe esa cosa llamada millenials”, ya que “son más diversos y heterogéneos que ninguna generación anterior”. Por otro lado, el estudio del Centro Reina Sofía, afirma que los jóvenes poseen un perfil más activista, “comprometido con la realidad en la que vive”, destacándose por su “compromiso comunitario y por una actuación pacífica y apasionada”.

Quieren o tienen el último teléfono móvil y el último ordenador portátil, porque son digitales y adictos a las APPs y a las redes sociales. No ven mucho la televisión, ni compran periódicos, pero se consideran bien informados a través de Internet.

Este grupo ha desarrollado un sentido mucho más crítico y exigente que sus padres y están mejor formados (54% tienen título universitario), pero se han encontrado con que el mercado laboral sólo les ofrece trabajos por debajo de su titulación, con contratos temporales y sueldos precarios. Ese colectivo está por encima de los treinta años y cuentan con una gran desafección hacia la sociedad.

En España, son una generación de más de ocho millones de personas que nacieron en la prosperidad, con un entorno político, económico y social más favorable que el de sus padres, pero que cuando llegaron a la mayoría de edad se encontraron con una crisis que cambió las expectativas de muchos de ellos. Según la Fundación Porcausa, son el colectivo de los sueños rotos.

Inés Fernández Llanes es Periodista

Twitter: @fedezllanesines

Texto publicado con autorización del Centro de Colaboraciones Solidarias.

Texto publicado con autorización del Centro de Colaboraciones Solidarias

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