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La reapertura ante la pandemia: un año después

La reapertura ante la pandemia

Hace un año que inició el proceso de reapertura, el regreso de actividades suspendidas por la crisis sanitaria del Covid-19. El 14 de mayo de 2020 un acuerdo de la Secretaría de Salud publicado en el Diario Oficial de la Federación, anunció tres etapas para pasar a lo que en esos día fue anunciado como la nueva normalidad por parte del Gobierno Federal.

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Contra lo esperado entonces, un año después el proceso continúa y aún no sabemos del todo lo que ocurrirá con la normalización de la vida nacional. La estrategia estaba basada en una curva de casos de Covid-19 que a partir de mayo de 2020 caería drásticamente, y luego se mantendría a la baja y bajo control los siguientes meses. En línea con esa trayectoria esperada de la pandemia, a partir del 1º de junio del año pasado se irían reabriendo los trabajos no esenciales, las escuelas, el transporte y las actividades sociales en general. Ocurrió que tanto los nuevos casos como los fallecimientos no dejaron de aumentar, se aceleraron a mediados de noviembre de 2020 y alcanzaron el pico más alto a fines de enero de 2021.

La estrategia para la nueva normalidad -que por cierto se resumió en 10 láminas-, era urgente para reactivar la economía, la que se desplomó en los dos primeros meses de la pandemia, pero también nos exponía a más contagios. Las alertas sobre los riesgos se ignoraron con un alto costo humano y social.

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México: de las estrategias más restrictivas ante la pandemia

En pleno anuncio de la reapertura el Presidente de la República dio a concer un ensayo, así lo nombró, titulado La nueva política económica en los tiempos del coronavirus. El documento incluye un diagnóstico discutible sobre el origen y la caracterización de la crisis económica; una justificación de las medidas de asuteridad decretadas previamente; y un rechazo a las propuestas de apoyo público para proteger las fuentes de empleo, que entonces se estaban perdiendo a un ritmo acelerado.

La respuesta de política social y económica a la crisis no cambió a partir de entonces, y en lo esencial se sostuvieron las líneas de contención y austeridad que siguen distinguiendo la respuesta de política económica mexicana, ya conocida como una de las más restrictivas y pasivas del mundo ante la pandemia. Es interesante que aquel ensayo del Presidente haya buscado presentar dicha política con un halo y una envoltura moral, a pesar de los cuantiosos daños causados por la crisis sanitaria.

A un año de la reapertura, estamos ante un gran impacto moral y social generado por la ausencia de una estrategia para reactivar y recuperar las actividades económicas más afectadas por la pandemia, además del daño humano por la gran mortandad causada por el Covid-19. La salida del confinamiento, con sus altas y bajas, con sus recaídas en los meses de mayor incidencia de la pandemia, no estuvo nunca asociada a una política explícita de promoción, y hasta ahora solo ha seguido la ruta inercial que le marca el repunte espontáneo de los mercados.

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La ausencia de visión y proyecto

Si en la respuesta a la pandemia nos distinguió la pasividad en la política económica, ahora nos caracteriza la ausencia de una visión y un proyecto: para estimular la recuperación y sobre todo la transformación económica y social. Desde esta perspectiva, el contraste con la estrategia de la Unión Europea y de países como Italia, el Reino Unido, Sudáfrica, Vietnam y, destacadamente, Estados Unidos, no podría ser mayor.

Esos y otros países y grupos regionales están aplicando programas de gran aliento para poner de nuevo en marcha sus economías, generar más empleos, ampliar los sistemas de protección social y los sistemas de salud, acelerar la transición energética y la acción climática, fortalecer los sistemas de movilidad, renovar la infraestructura, cerrar la brecha digital, actualizar los sistemas urbanos, entre otros objetivos que cuentan con planes de acción y sobre todo de financiamiento.

Varios de esos programas parten de una operación de rescate, para dar paso a una transformación estructural. Fueron concebidos explícitamente como una política que contrasta con las agendas típicamente neoliberales; sobre todo porque recuperan el protagonismo público para incentivar la economía, revertir las desigualdades, atacar la crisis climática y apoyar a los grupos sociales más rezagados.

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La paradoja

Salta a la vista una paradoja. En aquel documento de La nueva política económica en los tiempos del coronavirus, que el Presidente López Obrador difundió el 15 de mayo de 2020, había un deslinde ante las recetas neoliberales y una adhesión a uno de sus rasgos característicos: la consolidación fiscal.

Lo que urge ahora es efectivamente una nueva política; pues la que estamos siguiendo es solo inercial, no es una estrategia de recuperación sustantiva ni de transformación económica.

Frase clave: La reapertura ante la pandemia

Enrique Provencio es Investigador del PUED-UNAM.

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