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Carlos Tello Macías: mi reconocimiento

En su persona y trayectoria Carlos Tello Macías encarna honestidad, ilustración, compromiso, responsabilidad y generosidad. Tiene muchos otros atributos, que fueron expuestos en el merecido y cálido homenaje que le rindió la Facultad de Economía de la UNAM el 22 de junio pasado, pero en este esbozo me centraré en esas cinco de sus cualidades porque son las que mas recuerdo y valoro en las casi cuatro décadas en las que he podido tratarlo y apreciarlo.

Escrito por:  Enrique Provencio D.

Carlos Tello es un hombre honesto, en el sentido profundo del término. En su prolongada trayectoria de servidor público hizo gala de probidad en la aplicación de los presupuestos, y se apegó a las normas de la función gubernamental sin aprovechar privilegios para el ni para su amigos o su entorno más cercano. Su idea de honestidad no se limita a proscribir el uso personal o familiar de recursos gubernamentales: se extiende al sentido amplio del ejercicio de la función pública de forma justa, de emplear los fondos de la sociedad de manera eficiente, austera y competente. Cuando escucho que todo poder corrompe, pienso en Carlos como la constatación de que la frase es una generalización injusta. Su honestidad, además, es de orden intelectual, pues hace y dice lo que se ajusta a sus convicciones y certezas, no lo que conviene a la oportunidad.

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Carlos es un ilustrado, no solo por cultura y saber, y tampoco solo porque ilustra a los demás, a sus alumnos formales, lectores y a escuchas. Lo es, principalmente, por el sentido de la razón y la práctica del razonamiento, en la tradición del Siglo de las Luces. Su condición de funcionario, investigador y profesor ha estado cruzada por el empeño en encontrar explicaciones fundadas para orientar decisiones, en la indagación y la documentación del conocimiento, en el fundamento racional de las determinaciones. Es posible que por esto haya integrado con toda naturalidad y continuidad las tareas académicas con las de funcionario. En estas, fundamentando la acción pública en el mejor conocimiento e información disponibles, en aquellas investigando y enseñando rigurosamente para formar profesionales competentes y con sentido social.

Las seis décadas de trabajo de Carlos en la diplomacia, el gobierno, la investigación, la  escritura, la docencia y otras tareas, están marcadas por el compromiso con el mejoramiento social, económico y democrático de México. Los empeños por reducir las desigualdades distributivas y abatir la pobreza, los afanes por apoyar a los pueblos y grupos indígenas, los esfuerzos por acortar las brechas entre las regiones y los estados, las iniciativas para estimular el fortalecimiento productivo y las inversiones en las actividades estratégicas, las reformas para que las tareas gubernamentales se programen y ordenen razonablemente, los desvelos y apuros que pasó en 1982 en la emergencia monetaria en el Banco de México, entre muchas otras grandes acciones, tiene en común un compromiso con el progreso, la prosperidad y el bienestar de México. La suya no es una idea abstracta del desarrollo, aunque domine su historia y teoría, sino un despliegue de quehaceres pensados y ejercidos para su realización. Representa el involucramiento generacional de pensadores y ejecutores que se implicaron en la política económica de su tiempo, así como el de los investigadores críticos que alertaron oportunamente de los riesgos y consecuencias de las estrategias que extraviaron el sentido del desarrollo.

El compromiso e involucramiento de Carlos como promotor del desarrollo desde las funciones públicas y desde la investigación o la docencia, se caracteriza también por la responsabilidad, por la pulsión de llevar a cabo bien las cosas, por cumplir con los encargos y concluirlos como se debe. Y esto abarca a la escritura de sus libros, a la impartición de sus clases o al ejercicio de sus los cargos. Pocas, muy pocas personas han sido capaces como Carlos de mantener la costumbre de registrar su experiencia e indagar acerca de los problemas a los que se enfrenta, y de someterla a una rigurosa criba en textos de interés colectivo. Dedicar varias horas al día a la escritura y la investigación sin quitarle el tiempo a sus otras obligaciones oficiales, por ejemplo, es algo que solo parece posible con su productiva disciplina y concentración. Y eso sin eludir la atención a su familia, las conversaciones con los amigos, el intercambio en los debates, con las dosis del humor que lo distingue.

La generosidad del profesor Carlos Tello Macías beneficia no solo a sus alumnos sino que se extiende a tantos que no acercamos en ocasiones a pedir su orientación, y que nos beneficiamos de su experiencia y perspectiva de vida. En él encontramos apoyo, la recomendación precisa y también la llamada de atención cuando ha sido necesario. En mi caso, me considero afortunado por la oportunidad de tratarlo y escucharlo. Abrazo Carlos.

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