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La niñez en el arte de la pintura

Las Meninas. La niñez en el arte de la pintura

“El futuro de los niños es siempre hoy, mañana será tarde”

Gabriela Mistral

Los niños han sido motivo de representación en el arte. La niñez ha sido vista de diferentes formas a lo largo de la historia. Los niños han sido motivo de inspiración para los artistas, tan solo recordemos  aquellas figuras de la antigüedad encontradas en las tumbas egipcias, o las esculturas griegas del periodo helenístico que contemplaron la representación infantil, como “El jinete de Artemisión” (S. II-I a. C.), con un naturalismo espontáneo; o el “Niño de la espina o el espinario”, una escultura romana en bronce copia de un original helenístico correspondiente al S.I a.C., que se puede admirar en el museo de Louvre en París. Tengamos presente que la niñez es también una construcción social.

Escrito por:   Mónica Muñoz

Sin embargo, en la pintura la representación de la figura infantil a lo largo del tiempo también constituye un interesante test gráfico sobre el papel que desempeñaron los niños en la sociedad. Al principio podemos apreciar que el niño es un mero aprendiz del núcleo familiar, y no tenía más que la misión de sobrevivir, sorteando las múltiples y casi ineludibles causas de mortalidad infantil, hasta la edad en que pudiera incorporarse a las labores físicas que asegurarían la supervivencia del grupo. Era considerado como un “adulto pequeño”, y apenas tenía tiempo para jugar, eran niños, sin niñez. Entendiendo la niñez como la etapa del desarrollo humano que abarca desde el nacimiento hasta la entrada de la pubertad, a los 12 o 13 años.

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En la Baja Edad Media, con la progresiva mejora del nivel de vida, dejando atrás la época feudal, ya con un mayor crecimiento y desarrollo urbano, las cosas comenzaron a cambiar y el arte gótico de esa época, ya nos muestra a niños jugando, o disfrutando en alegres grupos fuera del agobiante rigor laboral. Esta transformación se aprecia en las representaciones infantiles más difundidas, las del Niño Jesús en brazos de la Virgen María. Del hieratismo previo, en el periodo gótico se nos muestran niños en actitudes infantiles, niños que se revuelven en el regazo materno y juguetean divertidos con la cara o la ropa de María. Así, los niños en estas representaciones empiezan a ser tomado en cuenta como tal, a reconocérseles unas características distintas al adulto y a respetar su tendencia biológica al juego y a la actividad desordenada.

En los siglos posteriores muchos niños aparecerán en pinturas, ya sea llorando o riendo, pero siempre podremos apreciar sus rostros y ademanes de esa etapa infantil juguetona y sin ataduras. La mayoría de los artistas darán un trato especial a la figura infantil y poco a poco se irá rompiendo esa seriedad en la composición pictórica, como sucedió en las obras del barroco mediterráneo y en algunos cuadros del arte reformista de los Países Bajos o de Inglaterra.

Hay que tener en cuenta el enfoque que aportó la modernidad. Si anteriormente el niño fue considerado como un adulto pequeño, educándolo para ayudar y colaborar para conservar el grupo social, posteriormente, se vuelca la mirada al sujeto, así de este modo, el niño se reconfigura como un sujeto capaz de percibir el mundo de una manera diferente al del adulto.

Por lo tanto, en el siglo XVII, comienza a surgir la idea de la ternura. Sin embargo, existe también el sentimiento que contrapone dicha ternura con la severidad que supone la educación. Por ejemplo, pintores como Diego Velázquez, Bartolomé Esteban Murillo y Francisco de Goya retratarán paisajes con niños, familias y retratos.

En el Neoclásico, una corriente artística que inicia desde el siglo XVIII hasta mediados del XIX que surge como oposición al rococó y al barroco, ahí se irá instaurando el arte del racionalismo, y colocará la razón sobre la imaginación, el intelecto sobre la creación y la disciplina sobre la inspiración. Los pintores neoclásicos, muy ligados a la Ilustración, verán en el arte una forma de educación moral e intelectual. Allí las ideas de Rousseau sobre la infancia tendrán gran repercusión, nada más recordemos su obra “El Emilio”. Para Rousseau educar al niño, según su naturaleza, implica proveerlo de las herramientas más eficaces para que pueda vivir y vivir bien, libre y feliz en un mundo que no está hecho ni para el bienestar, ni para la felicidad ni para la libertad.

Así, a finales del siglo XVIII los artistas y escritores franceses, retratarán escenas compositivas que muestren estereotipos de la vida familiar donde aparecen los niños, y se enaltezcan las figuras de “la buena madre feliz” y “el padre amoroso” ideas innovadoras para la época. Apareciendo así, la “pintura de género” que representará estas escenas cotidianas en interiores o exteriores, y fue una manera de promover la maternidad y la familia. Aunque también los temas abarcaban escenas de la vida laboral, escenas de la gente común, desde trabajadores y muchos más. Estas obras significaron un nuevo planteamiento sobre el concepto de familia que desafiaba costumbres y actitudes antiguas. Este arquetipo fue utilizado por Diderot como recurso ideológico, ya que en aquella época raramente se pensaba en el matrimonio como un medio para alcanzar la felicidad personal.

El impresionismo del siglo XIX también retrató a la niñez, un ejemplo son las pinturas de Renoir, Berthe Morisot, y Mary Cassat, reconocida por sus luminosos retratos de mujeres y niños como “The Morning Toilet” (1886) y “Mother Feeding a Child” (1898) ¡Una verdadera belleza! Después, con la llamada pintura social, realista, surgida también en ese siglo, señalará el lado cruel de la sociedad de su tiempo; ahí la figura infantil será representada con especial dramatismo como víctima social provocando reflexión y buscando la sensibilidad del espectador; los rostros de los niños tendrán sentimientos, aunque sea de dolor y de pena. Un ejemplo, las pinturas: “Escuela de pueblo”, de Morgan Weistling (1857), o “Trata de blancas” de Joaquín Sorolla.

Para el siglo XX llegando la abstracción y las vanguardias se aportaron novedosas composiciones, tenemos varios ejemplos como Edvard Munch quien dijo: “No voy a pintar más interiores con hombres leyendo y mujeres tejiendo. Voy a pintar la vida de personas que respiran, sienten, sufren y aman”, Paul Plee, Pablo Picaso que expresó: “A los doce años pintaba como Rafael (Sanzio), pero me llevó toda la vida aprender a pintar como un niño”, Modigliani, Diego Rivera, Donald Zolan, Fernando Botero… ¡Y muchos más!

Reflexiones finales

La concepción actual de la infancia, no es natural o dada. Como sucede con otras elaboraciones de la cultura, nos resultan tan obvias que olvidamos que devienen de un proceso histórico que las fue configurando. Veamos cuadros donde se represente a la niñez intentemos apreciar qué nos quiere reflejar el arte en esas composiciones… En un mundo globalizado como el actual, podemos preguntarnos: ¿Cómo protegemos la infancia? ¿Cómo educamos a nuestros hijos? ¿Qué mundo queremos para los niños? Sin duda los niños tienen derechos, pero también obligaciones y nuestra misión es hacer de ellos personas autónomas y niños responsables. Al menos por el día de hoy apreciemos la infancia en el arte pictórico, contemplemos la belleza y la inocencia.

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