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Importancia del lenguaje incluyente y no sexista

Utilizar el lenguaje incluyente y no sexista cobra cada vez más importancia para lograr la igualdad de género, prevenir y eliminar la discriminación. “Lo que no se nombra no existe”, indicó acertadamente el filósofo y escritor George Steiner. Y las mujeres, así como otros grupos de población han sido omitidas del lenguaje durante muchos años. No es raro que con el avance de las diversas corrientes del feminismo y de los estudios de género, el lenguaje incluyente y no sexista también se haga presente cada vez con más fuerza.

Escrito por:   Ana Luisa Nerio Monroy

Uno de los argumentos de quienes se oponen al uso del lenguaje incluyente y no sexista, señala que en el masculino genérico están incluidas todas las personas y por supuesto las mujeres. Así, deberíamos entender que si dicen “el hombre ha logrado a través de la ciencia y la tecnología elevar la calidad de vida de la población mundial”, las mujeres debemos sentirnos incluidas. Si en un salón de clases la maestra dice “niños, pueden salir al patio para descansar o jugar”, las niñas deben sentirse incluidas. Y sí, así lo hemos hecho por cientos, miles de años. Nos hemos acostumbrado o mal acostumbrado a formar parte del masculino genérico porque nuestra cultura es patriarcal y androcéntrica[1].

Recordemos que en la historia de la humanidad el sistema patriarcal ha dominado en todas las latitudes y culturas. El paterfamilias o padre de familia era quien tenía el poder sobre niñas y niños, mujeres, personas mayores y otros hombres vistos como menos fuertes.  Así que nombrar a quienes eran invisibles o poco importantes desde el punto de vista masculino, no tenía mayor razón de ser.

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Ese es el poder del lenguaje inclusivo, esa es su importancia: contribuir a hacer visibles a las mujeres y sacarlas de esos rincones oscuros donde fueron confinadas para no reconocer sus diversos aportes a la humanidad. Se ha documentado que en todos los tiempos y culturas ha habido mujeres realizando contribuciones en las artes, la ciencia, tecnología y la política, cuyos nombres se ocultaron, omitieron o borraron. Cada vez más, salen a la luz descubrimientos, inventos y obras que fueron robadas para ser publicadas bajo el nombre de un varón. Por eso hablar hoy de las mujeres y utilizar lenguaje inclusivo es tan importante, tan políticamente trascendente y sobre todo tan éticamente necesario.

Se habla del derecho a ser nombradas, porque el lenguaje vuelve real las cosas. Al llamar “flor” a un objeto, nuestro cerebro lo asocia con una forma, le da cuerpo, sentido, vida. La flor podría existir o no, pero no es tal, no existe realmente hasta que se le nombra. Nombrar a las mujeres, hablar en femenino cuando esto sea posible es un deber ético. Decir presidenta, jueza, magistrada, ingeniera, abogada, científica, directora o astronauta tiene un peso real y simbólico para la psique de las personas, en particular para las niñas y mujeres jóvenes.

Utilizar lenguaje incluyente y no sexista no significa el fin de la gramática o el uso correcto del español, ya que ésta es una lengua muy rica, que nos da muchas opciones. Utilizar lenguaje inclusivo no implica cambiar todas las palabras a femenino, sino buscar fórmulas para incluir a las mujeres y otros grupos de población. Eso implica leer, redactar y practicar, buscando formas neutras cuando sea posible, marcando el género cuando sea pertinente y cuando las mujeres estén presentes, nombrarlas.  

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[1] Androcéntrica: centrada en el hombre, que toma al hombre como centro y referente de todo.

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