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Reforma electoral. Apuntes en su origen.

El 15 de octubre de 1911 se celebran las elecciones en donde resultan ganadores Francisco I. Madero como presidente y José María Pino Suárez como vicepresidente. Su gobierno duraría apenas quince meses cuando fueran derrocados a partir del golpe de Estado comandado por Victoriano Huerta, después iniciaría una nueva etapa de la Revolución Mexicana que, en parte culminaría con la redacción de la Constitución Política de 1917, sin embargo, el conflicto sobre la sucesión del poder quedaría lejos de quedar atrás.

Escrito por:   Andrea Samaniego Sánchez

Los caudillos revolucionarios, en muchos casos líderes regionales con poder de fuego, buscaron imponerse por sobre los otros, de ellos, el denominado Grupo Sonora -con Adolfo de la Huerta, Álvaro Obregón y Plutarco Elías Calles como sus figuras prominentes- fue el que consiguió hacerse con el poder federal.

Fue una época de mucho desconcierto, inestabilidad y pugnas por el poder que terminaban en revueltas de sangre ¿Cómo hablar del Estado Mexicano si no había transiciones pacíficas del poder político? Sin embargo, será gracias a Plutarco Elías Calles que se ideó un plan donde los caudillos y líderes estarían cobijados en un gran partido político nacional, que en vez de que las diferencias se dirimieran por las armas, lo hicieran por la vía institucional. Con ello se crea el Partido Nacional Revolucionario, antecedente del Partido Revolucionario Institucional que englobaba a cuatro sectores, el obrero, militar, campesino y popular.

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Desde 1920 hasta los años sesenta el sistema político logró transitar, no sin complicaciones o molestias por parte de la ciudadanía, en un clima de aparente calma, mismo que se quebró en ese decenio, cuando las proclamas estudiantiles demandan una apertura, y la propia sociedad solicitó que se escucharan voces diferentes al del partido hegemónico.

Será gracias a Jesús Reyes Heroles que en 1977 tuvimos la Ley Federal de Organizaciones Políticas y Procesos Electorales, dando paso con ello a demandas desde la oposición lo que permitió que candidatos y candidatas emanadas desde otros partidos políticos pudieran acceder a cargos populares.

Sin esta primera reforma, que después se convertirían en otras más, difícilmente nuestro sistema hubiese alcanzado una primera alternancia en el año 2000. Menos pensar en una segunda y tercera de su tipo.

Hay que decirlo, uno de los valores fundamentales se esgrime desde la oposición: es en la escucha atenta del otro y los otros que podemos pensar alternativas diferentes a aquellos que se encuentran en el poder. Y también hay que decirlo, estas reformas surgen como un reclamo hacia el poder por hacer elecciones justas, competitivas y equitativas, porque sean transparentes y confiables.

Por ello, habría que analizar la reforma presidencial que ahora se envía al Congreso de la Unión, pues surge desde el poder para modificar instituciones y procesos, perfectibles, sin lugar a duda, y que deberá ser discutida de cara a próximas elecciones. En las siguientes entregas revisaré algunos puntos que me parecen relevantes sobre la propuesta del Ejecutivo y sus implicaciones para el sistema político mexicano.

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