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Dia del y la estudiante: Menos expectativas y más responsabilidad

“Nacemos humanos y humanas, pero eso no basta. Tenemos que llegar a serlo”,

Fernando Savater (El valor de educar).

¿Qué significa ser un estudiante universitario? ¿Qué se puede celebrar este 2023?

Antes de entrar en materia, quisiera sólo mencionar que en México se declaró el 23 de mayo como “Día del Estudiante” en conmemoración del movimiento estudiantil llevado a cabo en 1929, por la Universidad Nacional para lograr su autonomía (1).  Las Universidades como sistemas, los docentes nos conducimos con los máximos principios de toda institución educativa, contribuir al desarrollo de las personas, con la renovación continúa del modelo educativo, que abone al perfil de egreso de todo estudiante, además de las habilidades y competencias transversales que fortalezcan su ejercicio profesional una vez que egrese.

Escrito por:  Rebeca Monroy Torres

Pero es en estos mismos espacios, que, sin dolo, se suelen replicar las siguientes expresiones, con el fin de motivar a nuestros jóvenes del ahora. Les suena familiar, “ ¡Échele ganas!, esfuércese, aproveche todas, sí ¡TODAS! las oportunidades, tal vez nunca regresen”.

Pero estas palabras ¿tendrán algún significado o sentido para los y las estudiantes de esta era, de esta época, en este año 2023?

En la era de la postmodernidad, de avances científicos y tecnológicos nunca imaginados en tan corto tiempo y, por otro lado, la acelerada infodemia, generan una brecha en el aprovechamiento de estos conocimientos, llevando a una sociedad más confundida y sin tiempo para la reflexión y, es aquí donde confluyen las diferentes generaciones con sus propias culturas, donde el sistema económico1 las adjetiva de acuerdo con los comportamientos y, ahora con más precisión y eficacia, dada la huella digital que se deja en la web. En la taxonomía de las generaciones, como se muestra en la siguiente imagen (2), podemos observar rasgos distintivos para cada generación y por ende la forma como afrontan y construya misiones de vida dependerán de ello. Pero, son rasgos y no determinan o son destino, pero suman a entender la influencia de los cambios sociales, políticos y sobre todo económicos tienen.

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1No pretendo disentir en los orígenes o no de ello, pero es claro que nuestro comportamiento es un insumo para la economía, sino luego que nos venden.

De acuerdo con la información de esta imagen, podemos observar que las dos últimas generaciones se consideran más proclives a la frustración e irreverencia; estas generaciones han transitado por avances importantes en diversos derechos, como el de conocer, búsqueda y respeto a la autonomía, la libertad, etc., lo cual ha permitido avanzar en identificar y prevenir las diferentes formas de violencia. Pero en este tenor, la fina línea que separa la libertad y los derechos, es otro aspecto que genera mucha confusión al momento de ponerlo en marcha.

Como humanidad partimos de aprender de alguien, camino que inicia desde que nacemos hasta que llegamos a la adultez y nos volvemos económicamente independientes, pero sobre todo cuando salimos de casa de los padres. La crianza y el papel de los cuidadores, es un tema que no está siendo revisado como constructo de las nuevas dinámicas sociales, de salud y económicas. Baste conocer los rasgos de las generaciones Baby Boomers y los Millenials, hacia aprovechar todas las oportunidades y trabajar hasta lograr las metas,  impactando en su tiempo al punto de ver mermada su salud (hay suficiente evidencia de ello) y la de sus familias. El repunte en la violencia y la reciente crisis de la contingencia sanitaria por la COVID-19, trajo un repunte en la salud mental y emocional de las personas y con ello las enfermedades. Vivimos un momento, donde el otro es un extraño que no es necesario conocer, dado el enfoque de individualidad, donde el deseo de convertirse en padre o madre se anula, dado las implicaciones que conlleva el cuidado de ese otro ser o persona (como es el tiempo y el costo).

Emergen expectativas de parte de los padres, los docentes, el gobierno hacia los jóvenes y viceversa. Ante la falta de espacios para dialogar y reflexionar, avanzamos ciegos a lo que vemos, hacemos, oímos. Hemos dejado de usar nuestros órganos de los sentidos para dar paso a la inmediatez, a lo rápido, diferente, novedoso, antes de que muera en el intento, los libros, las charlas en vivo, las conferencias pierden su valor, su importancia ante la urgencia de que todo se digitalice sin conocer las consecuencias que esto ha traído y seguirá trayendo a nuestra forma de entendernos como humanidad.

Pero pasemos a esas preguntas que plantee al inicio:

¿Qué significa ser un estudiante universitario?

La oportunidad de seguir un autodescubriendo, a través de las otras personas, de lo que otros u otras ven en nosotros que no podemos ver desde nuestra mirada y, es a través de este auto y co-descubrimiento personal, me puedo construir como un ser con sueños, logros, aspiraciones, que las  diferentes trayectorias e historia de vida no son destino y que los fracasos vividos durante la vida Universitaria tampoco lo son, sino oportunidades para ese autodescubrimiento, aprender a que podemos optar por otras formas de pensar, ser y ver la realidad, nuestra realidad y la de otros.

Es entonces cuando la tolerancia a la diversidad se hace patente, el aprender a escucharnos y escuchar a los demás se hace tangible, que podemos tener la capacidad regenerativa y adaptativa como lo es este planeta, este mundo, este universo. La experiencia intelectual integral, que me permita crecer y evolucionar; que me permita el intercambio intelectual y transitar a vivir un esbozo del pensamiento crítico al que se deberá seguir instruyendo y especializando. 

 ¿Qué se puede celebrar este 2023?

Que vivimos en un siglo de muchos avances, pero también una etapa de mucha involución, a lo cual ser universitario debe dar la oportunidad de ser inmune a un mundo lleno de confusión, de discriminación, intolerancia, violencia desmedida e incluso justificada, de omisión y pasividad, de las ideologías disfrazadas de libertad, de grandes conflictos de interés, de individualismo, de mediocridad, de crisis económicas, es decir de todas las  vulnerabilidades; detenerse a reflexionar, a pensar, a dialogar,  a escuchar nuestras emociones, por muy incómodo que eso pueda resultar o representar; que la era de la transparencia no me ciegue ante  reservar mi privacidad cuando así lo deseo y que esto no significaría siempre que estoy frente a un problema de salud emocional o mental. Que mi libertad termina cuando comienza el de otra persona, que debo tener menos expectativas y más responsabilidad de lo que hago, soy y espero de los y las demás; que las personas no tienen una bola mágica para saber qué queremos, deseamos o esperamos y por ello lo tendré que comunicar; que mis exigencias no son las únicas y que sólo pensando de forma comunitaria es que tal vez mis exigencias o derechos se resuelven desde las mismas ventanillas que otros luchadores o luchadoras de derechos. Que la gratitud, el perdón y la disculpa son la mejor yoga del alma. Celebrar que el hecho de respirar y tener energía es siempre una oportunidad para un nuevo amanecer.

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Dra. C. Rebeca Monroy Torres. Nutrióloga Certificada por el Colegio Mexicano de Nutriólogos. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores Nivel 1. Profesora e investigadora de la Universidad de Guanajuato. Fundadora del Observatorio Universitario de Seguridad Alimentaria y Nutricional del Estado de Guanajuato (OUSANEG) y de la Revista de divulgación Científica REDICINAySA. Autora del libro “Guía para el Desarrollo de proyectos de investigación del áreade la salud en una era sostenible”. rmonroy79@gmail.com

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