Usamos sustancias químicas al realizar casi cualquier actividad en la casa, en la escuela, durante las vacaciones, todo el tiempo. La razón es que tienen propiedades para un sinfín de usos en nuestra vida moderna: las hay que limpian manchas y suciedad, que repelen el agua o la grasa, que son desinfectantes, que evitan la corrosión o los incendios, nutren al ganado o a los cultivos, eliminan plagas, que son colorantes o conservadores de alimentos y bebidas o que sirven para empacarlos y guardarlos, o las que son aromatizantes o perfumes.
Escrito por: Leonora Rojas-Bracho*
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Cuando decimos sustancias químicas nos referimos a un conjunto enorme. Algunas de las que nos ocupan, por su toxicidad y presencia generalizada, son el plomo, el mercurio, el arsénico, el benceno, el butadieno, el bisfenol A, los ftalatos y los per y polifluoroalquilos (PFAS).
Un ejemplo de las sustancias químicas: el benceno
Analicemos con mayor detalle a una de ellas: el benceno. ¿Cuáles son sus usos, cómo entramos en contacto con él y cuáles son sus efectos para la salud? Lo usamos porque se encuentra en muchos productos, como son aquéllos de plástico, las pinturas, los tintes, los solventes y los detergentes. Nos puede dañar porque es carcinógeno, afecta a nuestro sistema inmune, puede ocasionar anemia y puede impedir que se produzcan las células de la sangre en la médula ósea.
Las sustancias químicas pueden ocasionar una lista casi interminable de efectos adversos para la salud. Algunos de ellos son cáncer en prácticamente cualquier órgano que tocan; también pueden alterar el equilibrio de las hormonas, lo que impide que nuestro organismo funcione correctamente; pueden perturbar el sistema inmunológico, que como sabemos es indispensable para protegernos y pelear a los patógenos, como son los virus y las bacterias; pueden ocasionar problemas reproductivos y del desarrollo.
El impacto de las sustancias químicas en el desarrollo de las personas
Cuando la exposición a las sustancias químicas ocurre durante períodos de desarrollo y de rápido crecimiento, como sucede con el feto durante la gestación o en la infancia, el daño puede ser irreversible. Me detengo para profundizar en algunas de las consecuencias que se pueden presentar cuando se expone una mujer en edad reproductiva o durante su embarazo. Los daños en las hijas pueden incluir el nacer con malformaciones, desarrollar cáncer vaginal o presentar deformaciones en órganos reproductores; en los hijos pueden resultar en niveles bajos de testosterona y de espermatozoides o en malformaciones en los órganos reproductores. Tanto en hijas como en hijos el sistema nervioso central puede no desarrollarse de manera normal, pueden tener un coeficiente intelectual menor y presentar problemas serios para el aprendizaje.
Podemos decir que todas las sustancias químicas son potencialmente tóxicas, pero solo representan un riesgo cuando se liberan al ambiente y cuando entran en contacto con los seres vivos. Todos podemos sufrir los efectos adversos al exponernos a ellas cuando alcanzan cierta dosis.
La pregunta que surge es si en México existen los mecanismos formales para su gestión integral, que permitan prevenir o manejar adecuadamente los riesgos para el ambiente y la salud a lo largo de su ciclo de vida.
Un sistema de gestión desarticulado e ineficiente
Más de 20 normas específicas establecen la facultad de control, que distribuyen entre casi todas las secretarías de Estado, y regulan solamente a ciertos grupos de sustancias químicas. Tenemos a la Ley General de Salud, la Ley General del Equilibrio Ecológico y Protección al Ambiente, la Ley Federal de Sanidad Animal y la Ley Federal para el Control de Precursores Químicos, entre otras, para la gestión de fármacos, cosméticos, plaguicidas, explosivos, precursores químicos, etc.
Algunos expertos estiman que el universo de sustancias químicas en Estados Unidos es de 40 mil y que en México es de alrededor de 15 mil. En nuestro país, en menos de 6 mil se ha identificado su fórmula, estructura química y los datos del potencial tóxico en los seres vivos. Sin embargo, los ordenamientos jurídicos existen para menos de 3 mil. Quiere decir que desconocemos a la mayor parte de las sustancias químicas que se usan en México, desconocemos si son tóxicas para los humanos y para el resto de los seres vivos.
Es necesario un mejor sistema de gestión
Nuestro sistema de gestión requiere de una mejor articulación entre los actores de gobierno, entre sectores, incluyendo necesariamente a la industria; requiere llenar los vacíos; incluir mecanismos de información para evaluar cuáles sustancias químicas pueden estar en el mercado y para qué usos y, por supuesto, cuáles deben restringirse o prohibirse. Re-imaginar el sistema vigente es impostergable y debe poner como piedra angular a la protección de la salud de la población y del ambiente. Esto es justamente lo que propone la Política Nacional Integral para la Gestión de Sustancias Químicas en México del Consejo de Salubridad General.
La tarea que tenemos frente a nosotros es implementar esta política de Estado, que sea integral y eficiente para proteger el ambiente y la salud, en particular la salud de los grupos que son más susceptibles. Debemos cuidar, en especial, a los infantes y a las mujeres, a las futuras mamás y a aquéllas que llevan a un futuro hijo en su vientre.
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*Coordinadora de la Política Nacional Integral para la Gestión de Sustancias Químicas y del Programa de Acción de Aplicación Inmediata para el Control de la Exposición a Plomo en México, del Consejo de Salubridad General e Investigadora y consultora internacional
Una versión de este artículo se publicará en la revista Acuerdos del Consejo de Salubridad General, en coautoría con el equipo de expertos que conformamos el Mundo Químico.
Hola Dr. Fuentes.
Título muy interesante pero este artículo está ‘vacío’. Al principio menciona al benceno, aplicaciones y efectos, y una larga explicación sin decir cúales son las sustancias y productos que las contienen.
Saludos!