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Libertad y palabra

La fuerza de la opinión pública es irresistible cuando se le permite expresarse libremente.

Thomas Jefferson

La modernidad occidental es un relato epocal que desde hace cinco siglos acompaña a la sociedad y sustenta sus principios políticos entre los que se pueden identificar, la división de poderes como una forma de evitar los abusos en el ejercicio del poder y la idea de la libertad como ejercicio irrestricto de la actividad individual.

Escrito por:   Andrea Samaniego Sánchez

Estos principios resultan fundamentales para las democracias liberales: vigilar a la autoridad para evitar que se cometan abusos de poder y tener la libertad para hacerlo y poder denunciarlo en caso de hallarlos.

Esto último es labor fundamental de las y los periodistas, quienes investigan los temas que les llaman la atención, aspectos centrales que a su parecer deben ser puestos bajo la lupa para analizar si la actuación de las autoridades es adecuada, pero sobre todo legal, o no. Una sociedad que tiene periodistas tiene a su vez ojos, interlocutores que les indican los problemas de distintos ámbitos, son altavoces ante los cuales pueden hacerse oír ante injusticias, son una forma que permite vincular a ciudadanía con gobernantes.

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Así, actos de corrupción, fraudes, escándalos, crímenes o cualquier acto que lacere o dañe el tejido social cometidos por políticos u otros grupos de la sociedad como empresarios, crimen organizado, grupos religiosos, sólo por mencionar algunos, son escritos por periodistas y que permite dar a conocer lo que acontece.

Desde 1993, todos los años, el 3 de mayo, se conmemora el Día Mundial de la Libertad de Prensa, en donde se evalúa la libertad de prensa a nivel mundial, así como las medidas que se deben de establecer para que los periodistas puedan desarrollar su labor.

Destacan en este aspecto dos Estados en particular: México y Afganistán. Ambos países divergentes, uno mayoritariamente católico, el otro practica mayoritariamente el Islam, uno se encuentra en América, el otro en Asia, en México habitan aproximadamente 130 millones de habitantes, en Afganistán 32 millones. Y, sin embargo, lo que los une es que, de acuerdo con Reporteros sin Fronteras, son los países más peligrosos para ejercer el periodismo.

En México nada más en este año se han asesinado a nueve periodistas, nueve personas que se dedicaban a investigar temas particulares, voces que alumbraban en un páramo de inseguridad. En lo que va de esta administración a 151 los han matado. Con cada uno de ellos, se va la posibilidad de conocer lo que ocurre, de denunciar al poderoso, de que los abusos no se perpetúen, de que la sociedad viva con mayor justicia.

Cada voz que se apaga es una oportunidad que se pierde para conocer, es el miedo el que se extiende, porque es un mensaje, es una amenaza a todas y todos de lo que les puede pasar si tienen el valor para informar sobre lo que ocurre. La muerte se vuelve una mordaza para la comunidad y una pérdida para la sociedad.

No debemos permitir que esos nueve asesinatos aumenten. No podemos permitirlo en nuestra democracia.

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