Escrito por 3:00 am Cultura, En Portada, Mónica Muñoz

Mónica Mayer: vínculo de la vida y el arte feminista

Mónica Mayer (México, 1954), es desde los años setenta una artista que se identifica con el feminismo. Y ella misma lo ha recalcado, lo ha dicho y definido. Durante su adolescencia ya escuchaba sobre el movimiento feminista en México. Sin embargo, es importante recordar algunos antecedentes interesantes sobre el tema del feminismo: desde la época de la Revolución francesa, Olympe de Gouges escribió “Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadanía”, en 1791, y un año más tarde Mary Wollstonecraft: “Vindicación de los derechos de la mujer”.

Sigue a la autora Mónica Muñoz en Twitter: @Monimunoz_mx

Posteriormente aparecería el movimiento sufragista en Inglaterra en 1913. Luego, como movimiento de carácter colectivo se inició en la ciudad de Nueva York en 1848; allí se demandaba la igualdad de género, la no discriminación y se reclamaba el derecho al voto. En México también llegaron esos ecos, y fue en Yucatán donde surgió el primer movimiento feminista que buscaba reivindicar temas educativos y sociales. Prácticamente en 1971 surge en la ciudad de México, el primer movimiento feminista mexicano: Mujeres en Acción Solidaria. No obstante, en general la década de los setenta fue una época de despertar y tomar conciencia para las mujeres.

Los inicios de su carrera

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Mientras Mónica Mayer estudiaba su licenciatura en Artes Visuales en la Escuela Nacional de Artes Plásticas, le tocó escuchar comentarios por parte de sus compañeros que decían que las mujeres no eran buenas artistas como ellos por cuestiones biológicas, pues aludían la creatividad femenina asociada a la maternidad. Y fue justo cuando ella se hizo consciente de la situación expresando lo siguiente: “Comprendí que de nada serviría hacer el mejor trabajo artístico del mundo si por el hecho de ser producido por una mujer sería mal recibido. Por primera vez me entristeció el enorme potencial artístico que había desperdiciado la humanidad por estos prejuicios estúpidos”. (Sáenz, 2001)

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Estilo de Mónica Mayer

Mayer, como artista, ha abarcado desde el performance, gráfica digital, dibujo, fotografía y la teoría del arte. El performance es una forma de expresión artística libre en el que no se trata de convencer al espectador, el objetivo es obtener su reacción, no importa en que escala se encuentre la reacción ya sea positiva o negativa, ésta debe existir por naturaleza. Su elemento principal es el cuerpo como medio de representación. También se le conoce como acción artística y se vale de dos factores: la sorpresa y la improvisación. Busca que el público se acerque, vea la obra y reflexione sobre lo que está viendo y escuchando. Mónica hace uso frecuente del performance como puesta en escena artística, y de obra participativa como estrategia estética y política.

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También ha participado en varios foros y grupos organizando talleres y acciones colectivas. Inclusive trabajó como columnista para el periódico El Universal de 1988 al 2008. Realizó la maestría en Sociología del arte en el Goddard College de Estados Unidos, y a finales de los años setenta en el Women’s Building y en el Feminist Studio Workshop. Un dato interesante: para 1975 se realizó en México la conferencia del Año Internacional de la Mujer por lo que el Museo de Arte Moderno (MAM) organizó la exposición La mujer como creadora y tema de arte.

Sin embargo, lo curioso fue que la mayor parte de los participantes eran hombres y muy pocas mujeres. Mayer comentaría posteriormente: “Hoy, la lucha ya no es porque se haga una exposición de mujeres artistas, sino, por el contrario, que sólo se organicen cuando exista una justificación académica o curatorial que lo requiera”. (Sáenz, 2001).

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Intentos para formar un grupo de mujeres artistas

Otro de los eventos que fue muy importante para Mayer fue sin duda el Primer Simposio Mexicano Centroamericano de Investigación sobre la Mujer, celebrado a la par con una exposición en el Museo de Arte Carrillo Gil, en la que allí si participaron más de ochenta pintoras, escultoras, grabadoras, tejedoras, fotógrafas, ceramistas… Eso la llenó de fuerza e inspiración pues a lo largo de todos aquellos estudios de historia del arte que había hecho, y en los que no se nombraba a una sola mujer artista, pues allí se reunieron bastantes. Aunque hubo exposiciones, Mayer, trató de formar y consolidar un grupo de mujeres artistas, pero nunca se logró.

A lo largo de su trayectoria artística ha tocado los temas de la violencia machista, visibilizando las situaciones de acoso sexual que sufren las mujeres como fue su proyecto “El tendedero”, pero también ha generado debates en torno a temas como la maternidad o las relaciones de pareja. En 1983 creó el grupo de arte Polvo de Gallina Negra,​ junto con la artista visual, profesora e investigadora de arte Maris Bustamante; ambas hicieron arte conceptual con fuerte carga política y feminista. Asimismo, también en algunos de sus proyectos ha utilizado algunos medios como las redes sociales o la televisión, cuando ha abordado temas de arte y de contenido político o feminista.

Otras influencias

Es importante mencionar que el movimiento estudiantil de 1968 y la influencia de los movimientos feministas norteamericanos durante la década de los setenta conformaron la segunda ola del feminismo en México, pero la época de oro del arte feminista aquí se da a principios de los ochenta, e incluso la revista Fem (la primera revista de América Latina,​ que se editó entre los años de 1976 y 2005, y que hoy en día sigue siendo digital), dedicó un número a la mujer en el arte.

Junto con Julio Lerma, artista plástico, promotor y archivista mexicano, dirigen el proyecto “Pinto mi raya” en el cual el eje central es un archivo especializado en artes visuales en el contexto mexicano. A lo cual Mayer ha comentado: “Estoy convencida de que una de las grandes debilidades del arte feminista mexicano ha sido no encontrar su público natural entre las feministas. O nosotras no hemos sabido cómo responder a sus necesidades o ellas no han entendido que nuestros planteamientos no son sólo políticos sino primordialmente artísticos”. (Sáenz, 2001)

El tendedero

Fue una de sus exposiciones más emblemática realizada en 1978 en el Museo de Arte Moderno de la Ciudad de México. Es una obra instalación, en la que utilizó la forma del tendedero aludiendo a esa actividad cotidiana asociada tradicionalmente con labores femeninas. Mayer invitó a ochocientas mujeres de distintos ámbitos a completar y colgar papelitos de color rosa con la frase: “Como Mujer lo que más detesto de la Ciudad es: …”, para abrir un diálogo sobre la violencia de género en el espacio público, contrastando experiencias y opiniones.

De esta manera, por ejemplo, cada participante escribió, con su puño y letra, la experiencia que tenía del acoso en un papel color rosa y lo colgó del tendedero con ayuda de un gancho de ropa. Pero para que la experiencia fuera más significativa, Mónica se acercaba a platicar con los espectadores para generar una verdadera conciencia y que no quede solo en una mera representación silenciosa.

En el 2016 se volvió a reactivar la obra en el Museo Universitario de Arte Contemporáneo con preguntas pertinentes a las problemáticas de cada entorno. El primer Tendedero empieza a visibilizar el acoso sexual, y el segundo muestra cuántos años llevamos hablando del tema.

El colectivo Polvo de Gallina

Formando parte del colectivo Polvo de Gallina en los años ochenta, realizó otra de sus obras también muy interesante que se llamó “¡Madres!”, la cual es catalogada como obra conceptual integrando los temas de arte y vida, poniendo la maternidad como punto central realizándose a lo largo de varios meses en 1987.

Partiendo de su experiencia como mamá, ella y otras artistas del colectivo realizaron una serie de performances en el Museo Carrillo Gil, la Esmeralda y otros lugares. En este punto hay que recordar que la ideología feminista considera la maternidad como un ejercicio voluntario y no como destino ineludible, es por eso que en esas épocas pedían el derecho a anticonceptivos y a la educación sexual.

A pesar de la historia del feminismo en México, el trabajo de Mónica Mayer ha roto paradigmas, abrieron brecha y quizá no abrió mercado, pero si cambió la historia del arte en México. Su trabajo y gran trayectoria siempre es una invitación para abordar el tema del feminismo desde el arte. Trabajadora y siempre dinámica siempre ha expresado: “Para mí la lucha feminista más canija ha sido la que libro contra mi propia educación todos los días.

Reflexiones finales

A pesar de haber leído miles de páginas sobre feminismo, de haber participado en marchas, trabajado en grupos, organizando exposiciones y escrito cientos de artículos, no puedo dejar de reconocer que mi corazoncito se formó dentro del más recalcitrante machismo.

Cambiar estos patrones de comportamiento para que mis hijos puedan crecer de otra manera, o para que mis propias expectativas como mujer o como artista sean diferentes, ha sido bastante grueso. Estando el enemigo dentro de uno misma, es muy difícil vencerlo, por lo que las contradicciones están a la orden del día”. (Sáenz, 2001)

Este tema nos invita a cuestionar o reflexionar sobre cómo se ha dado el feminismo en México. Si ha sido complicado, y cómo es que ha incidido este tema en el arte. Nos hace cuestionarnos: ¿Recuerdas haber ido a alguna exposición que tome conciencia de la mujer de una forma activa haciéndonos partícipes en la ideología feminista?

Y sobre todo: ¿Cuál es el papel de la mujer en el arte? Invita a reflexionar y ahondar en el papel del arte femenino, sus propuestas, las artistas, y el contexto. Mayer es sin duda una de las muy pocas artistas que se plantearon el dilema entre el arte y la política y lograron intervenir en ambos. Inclusive, si tomamos en cuenta las condiciones económicas de los artistas, en el caso de las mujeres artistas, sólo una quinta parte trabaja por cuenta propia, porcentaje similar al registrado en el nivel nacional.

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