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Salud: rezago sobre rezago

En la disputa por las palabras, que quiere decir por las ideas, la aspiración colectiva e individual quedó sometida a juicio. Espero que lo siguiente no sea cuestionar el anhelo de superar las carencias humanas históricas, de sobreponerse a los rezagos, como el de la salud.

Puedes seguir al autor Enrique Provencio D. en Twitter: @enprodu

Hace apenas unos días el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social, CONEVAL, actualizó el conocimiento sobre las tendencias de los principales campos del desarrollo social, poniéndolos al día con la información del Censo que levantó INEGI en marzo de 2020. https://bit.ly/35T4zEC

Su conclusión general es que hemos tenido una disminución consistente en los indicadores de las carencias de 1990 en adelante, si bien con comportamientos arrítmicos y heterogéneos. Son muchos los aspectos que CONEVAL reporta, pero me detendré en uno que destaca en el periodo reciente: el acceso a los servicios de salud.

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Siempre ha sido así, pero en la pandemia tener algún servicio de salud es el factor que separa la vida de la muerte. El hecho significativo es que en 2020, con la información de marzo, cuando el Covid apenas hacía acto de presencia, el acceso a la salud había empeorado. En 2015, 16.7% de la población registraba carencia de este acceso, y en 2020 el porcentaje había subido a 21.5.

Casi todos los estados empeoraron en acceso a los servicios de salud. Algunos de los que más retrocedieron fueron Chiapas, Oaxaca, Tabasco, Morelos y Michoacán. La excepción fue Baja California Sur que mejoró ligeramente, y no es casualidad que sea la entidad con mejor cobertura en estos servicios.

El empeoramiento no sucedió en 2020, claro, fue ocurriendo desde 2017, por lo menos, cuando el presupuesto de salud se redujo, sobre todo en el Seguro Popular. Luego vino la reestructuración de este con la creación del Instituto de Salud para el Bienestar, INSABI, y así nos encontró la pandemia.

Ya se sabe: ser derechohabiente no significa acceso efectivo y calidad en la atención y  en los servicios. Sin embargo, lo que ocurrió de 2015 a 2020 en esta carencia fue un retroceso grave: se frenó un cambio institucional que estaba reduciendo de forma consistente la proporción de población carente de servicios de salud.

Los resultados del Censo levantado el año pasado muestran que la condición de uso es muy diferente a la afiliación a las instituciones sanitarias y consignan, por ejemplo, que los que se atienden en consultorios privados y de farmacias (29.45%) son casi la misma proporción que los que acuden como población abierta a la Secretaría de Salud (29.5%) y están cerca de los que se atienden en el IMSS (32.3%). https://bit.ly/3qpscya

La situación parece ser aun peor de lo que dicen estos datos. El Instituto Nacional de Salud Publica, INSP, muestra en su Encuesta Nacional de Salud y Nutrición 2020, levantada entre mediados de agosto y noviembre de ese año, que de cada 100 personas con necesidades de salud, tienen atención 81 y solo 34 la reciben por parte de servicios públicos. https://bit.ly/3gF3p4E

La Encuesta Nacional de Salud y Nutrición es uno de los trabajos fundamentales para comprender nuestra situación, no una encuesta cualquiera. En la de 2020 hay muchos hallazgos y uno de ellos es que en el periodo que se levantó, el 56% de la población que se atendió por problemas de salud acudió a consultorios privados o a los que están a lado de farmacias.

Los servicios públicos de salud se están rezagando por las insuficiencias presupuestales, que llevan ya un quinquenio o más, y por errores de diseño y aplicación de políticas y operación institucional, entre otras razones. El INSABI dispone en 2021 de un presupuesto 6% menor que el del Seguro Popular en 2017, y si se ve el gasto por persona afiliada, de 2019 a 2021 la reducción a precios constantes es de 20.3% , como documenta el Centro de Investigación Económica y Presupuestaria. https://bit.ly/3xN62IH

Lo que CONEVAL actualizó y nos puso sobre la mesa es que las condiciones para el cumplimiento del derecho a la salud se rezagaron en el quinquenio pasado, que nuestras carencias en este tema crecieron. Lo que el INSP nos revela es que nos atendemos donde podemos y tenemos con las opciones a la mano aunque cuesten más y sean de menor calidad. Son hechos ominosos que debemos atacar rápido y frontalmente.

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