Escrito por 3:00 am Andrea Samaniego Sánchez, Desigualdades, En Portada, Igualdad de género • 2 Comentarios

Ser Mujer

El 8 de marzo se conmemora el “Día Internacional de la mujer”, lejos de ser una celebración se debe hacer una reflexión. Dónde y cómo nos encontramos en el proceso de incorporación de las mujeres en el espacio público; y también cómo avanza el mundo hacia una vida libre de violencia de todo tipo por cuestión de género.

Escrito por:   Andrea Samaniego Sánchez

Es poner un punto, hacer una pausa, reflexionar y trabajar en la consecución de estos fines. No es, por cierto, una celebración. Fiesta ¿de qué?, alegría ¿por qué? No se puede festejar cuando a diario en nuestro país se asesinan entre 10 y 11 mujeres por ser mujeres. No se puede festejar cuando en indicadores económicos y políticos somos las mujeres constantemente excluidas, marginadas e invisibilizadas.

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No se puede festejar que las mujeres dedican más horas que los hombres a los trabajos del hogar “porque tradicionalmente así lo han hecho” sin considerar las implicaciones en cansancio y económicas que tienen en detrimento de las primeras. No se puede festejar por esta y tantas otras razones que dan cuenta de las diferencias existentes entre hombres y mujeres que nacen a partir de prejuicios y que, se incrementan si se entrecruzan otras variables como la racialidad, preferencia sexual o alguna discapacidad.

Por eso este día, para que los Estados se den cuenta de los avances, vean el cumplimiento que llevan a partir de los tratados internacionales y las leyes nacionales y puedan emprender políticas públicas encaminadas a esta agenda en particular.

En México, ser mujer implica, por el puro hecho de serlo, a estar expuestas a mayor vulnerabilidad en varias aristas, a recibir menor salario que un hombre, de acuerdo con IMCO esa brecha es del 13%, es decir, por cada 100 pesos que recibe un hombre, una mujer recibe 87, en gran medida porque somos nosotras quienes tenemos que dedicarnos a las tareas de cuidado (cuidar infantes, cuidar enfermos, cuidar adultos mayores) y a hacer las labores domésticas, lo que tiene como consecuencia que, se tengan que buscar empleos precarizados o que, no demanden mucho tiempo, de ahí que este sea un elemento que influya para que haya pocas mujeres en cargos directivos, por ejemplo.

También, los datos de ONU México dicen que en nuestro país 6 de cada 10 mujeres han enfrentado un incidente de violencia el 41.3% de las mujeres ha sido víctima de violencia sexual. Por si no fuera poco, estas vulnerabilidades sólo incrementaron durante la emergencia sanitaria ocasionada por COVID-19, de acuerdo con cifras del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública reportó un incremento de llamadas de auxilio en los primeros meses del confinamiento, en su mayoría la violencia se incrementó al interior de los hogares.

Pensar que todas estas problemáticas se resuelven con nombrar gabinetes paritarios, dar tarjetas rosas o únicamente bajo acciones afirmativas, como lo son las cuotas de género, es no ver el problema en su cabal dimensión, si bien estas medidas ayudan, se debe entender que son estructuras sociales que sostienen y argumentan que una mujer es inferior a un hombre únicamente por su condición de mujer.

Por eso, no, no hay que festejar, hay que trabajar.

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