Durante las vacaciones Yucatán es un destino interesante para visitar desde diferentes perspectivas, su cultura, gastronomía, arquitectura, clima y seguridad, y por supuesto, la hospitalidad de su gente, lo hacen un lugar mágico. Y precisamente Sisal es uno de los 2 pueblos mágicos de Yucatán, es un puerto desde el cual salían las importaciones para La Habana a principios del Siglo XIX. La belleza de su playa, así como la fauna del lugar, representan el lugar ideal para visitar.
Escrito por: Yolanda Fernández Martínez
Sin embargo, resulta interesante revisar lo que conlleva la denominación de “pueblo mágico”, no solo en términos turísticos y culturales, sino sobre cómo articular la dimensión económica con la prosperidad social y la planificación de los asentamientos. En el entendido de que, al denominar a un pueblo mágico, de manera inmediata se pone en el mapa de los intereses turísticos, y por lo tanto debería de haber dos vertientes al respecto. Primero la definición y transparencia sobre los recursos que se deben de asignar para que estos pueblos mágicos mantengan las cualidades por las cuales precisamente fueron denominados.
Toda vez que sería una verdadera lástima, que una vez siendo nombrados y asumiendo los retos y desafíos que implica recibir turistas, estas localidades no cuenten con los recursos suficientes para mantener sus condiciones originales y dar los servicios que los nuevos visitantes demandan, sin descuidar las necesidades de los pobladores locales.
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Asimismo, habría que definir una política social que garantice que estas nuevas actividades turísticas derivan en acciones encaminadas a la prosperidad de la población local, y no únicamente a encarecer los servicios, ya que cuando se recibe turismo internacional, automáticamente los precios se elevan. Es decir, ¿cómo se desglosan los beneficios en el corto, mediano y largo plazo que la denominación de pueblo mágico les genera a los habitantes del puerto de Sisal? En este sentido habría que plantear un equilibrio entre los beneficios para los turistas y los habitantes, como lo es la gestión de los recursos hídricos y de los residuos sólidos, a la par de lo que implica la movilidad de las personas.
En este contexto, la planificación de los asentamientos humanos es fundamental para vincular el desarrollo turístico con las cualidades espaciales y territoriales, en este caso de Sisal. Sobre todo, para ir monitoreando qué pasa con los usos del suelo que la actividad turística demanda, como hoteles, restaurantes, estaciones de servicio, que de manera paulatina van surgiendo para dar respuesta a las nuevas demandas. Así como también ir monitoreando qué va pasando con las opciones de Airbnb, las cuales le agregan cargas en el consumo del agua y de electricidad que deben de ser contempladas de una manera integral como parte del crecimiento y desarrollo de la localidad, sin dejar a la deriva a los habitantes.
En virtud de lo anterior, la denominación de “pueblo mágico”, debería integrar estas visiones sociales, ambientales y de planificación del territorio, para que el detonante económico generado por la efervescencia turística garantice, antes que nada, una visión a futuro compartida con la población y su prosperidad social. Y no sea únicamente el encarecimiento de los servicios y el deterioro de las condiciones ambientales del puerto. De tal manera que se pudiera diseñar algún proyecto socioambiental en paralelo con el denominativo de “pueblo mágico”, para que tanto el visitante como el habitante local, participen proporcionalmente en el cuidado y protección de las bellezas naturales y además pueda existir un programa para el financiamiento de infraestructuras en torno al recurso hídrico y la gestión de residuos sólidos. En este sentido, todos pueden contribuir a la construcción de un mejor futuro para la población local, así como a mantener las condiciones socioambientales del puerto de Sisal.
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