Escrito por 6:16 pm Andrea Samaniego Sánchez, En Portada, Notas, Política

La pluralidad y el tiempo

En el mundo de la pluralidad las democracias enfrentan cada vez más cuestionamientos sobre su capacidad para resolver problemas; sus críticos señalan, en particular dos puntos centrales: para empezar, que estas no han sabido paliar las diferencias económicas que aquejan a la población, y por otro lado, que tardan mucho tiempo para llegar a acuerdos.

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Sobre lo primero, omiten explicar y podríamos decir con dolo, que esta situación no es exclusiva de las democracias, sino que es un problema estructural que atraviesa al planeta en su conjunto, lo cual es lamentable y debe buscar una solución integral.

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Sobre lo segundo, coincido con Tzvetan Todorov quien señala que ahora los enemigos de la democracia ya no se encuentran en postulados ideológicos propios del marxismo, sino que provienen desde los mismos discursos de la democracia, es decir, desde su interior la cuestionan y le quitan legitimidad como la forma más adecuada que la Humanidad ha encontrado para buscar soluciones.

Para los inmediatistas el diálogo y la deliberación es una pérdida de tiempo, porque, aunque se discuten problemas, ellos ya tienen la solución, es decir, la suya, por lo tanto, no se requiere el debate.

Es decir, desde cierta perspectiva crítica a la democracia se considera que es negativa la discusión y las propuestas contrarias a la voz de mando, pues retrasa la toma de decisiones y esto, tiene como consecuencia que también se dilaten procedimientos que se consideran necesarios.

Nada más peligroso que eso. Bajo el argumento de la urgencia se acallan voces discordantes que suman a la pluralidad, tan propia y única, tan constitutiva de la democracia.

Es en el ejercicio de la democracia donde los diferentes encuentran puntos de acuerdo, donde se buscan soluciones a problemas comunes, donde se escuchan las múltiples voces de la sociedad y se respeta la divergencia, eso por supuesto no es sencillo, porque en gran medida las agendas contemporáneas se han hecho cada vez más complejas.

Por ello, hay que comprender la naturaleza plural de la democracia y que es gracias a esta que los debates se nutren, pues es entre distintas perspectivas que conocemos, comprendemos y resolvemos nuestros problemas. El mundo democrático tiene como tarea que la ciudadanía lo comprenda para evitar caer ante el canto de las sirenas que pregona en un sentido contrario.

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