Escrito por 1:55 pm Desigualdades, Destacados, Enrique Provencio, Pobreza, Selecciones del editor • Un Comentario

Una convocatoria para el Estado de bienestar

Estado de bienestar

El pasado 3 de noviembre se lanzó una convocatoria a la reflexión y al diálogo para la construcción en México de un Estado de bienestar digno de tal nombre, que tenga como corazón el acceso universal a la salud, la protección social y los servicios de cuidado. La iniciativa persigue la igualdad y la equidad, la reducción de las desigualdades, y supone una reestructuración fiscal para fortalecer las capacidades que hagan posible el cumplimiento de los derechos sociales y humanos. https://www.gaceta.unam.mx/proponen-nuevas-politicas-publicas-contra-la-desigualdad/ 

Escribe Enrique Provencio. Síguelo en twitter: @enprodu

la inciativa por un Estado de bienestar

La jornada de trabajo, realizada en El Colegio de México y con la participación de la UNAM y el Tecnológico de Monterrey, así como de varias organizaciones sociales y académicas e instituciones como la Auditoría Superior de la Federación, la ANUIES y algunos servidores públicos, no partió de cero. Tiene como antecedente el informe Nuevas políticas públicas contra la desigualdad, que formuló entre abril y agosto el Grupo de Trabajo para la Transición Hacendaria, que coordinó Alfonso Ramírez Cuellar, diputado de la anterior legislatura. En este texto retomo parte de lo que expuse en la citada reunión. https://www.youtube.com/watch?v=w6cPcri6Mto&ab_channel=UNAMGlobalTV

Las instituciones académicas, sociales y empresariales, los centros, coaliciones y fundaciones, entre otras, motivadas por la reflexión sobre el estado de bienestar, son muy diversas y plurales, y disponen de experiencias y acervos y tradiciones intelectuales que confluyen en el interés común de impulsar la equidad y la igualdad, la prosperidad y la seguridad humana, el desarrollo democrático y la sustentabilidad ambiental, entre otros propósitos fundamentales.

La agenda por el Estado de bienestar en México es compleja y amplia, supone arreglos de largo alcance y de construcción progresiva, pero también decisiones prontas que deberían confluir con las estrategias de recuperación y cambio tras los impactos tan profundos de la crisis de la pandemia. Demanda una perspectiva nacional y generacional, así como una lectura atenta de nuestras realidades y dinámicas regionales y estatales.

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El Estado de bienestar y el diálogo público abierto

Y, para comenzar, la agenda supone mantener e incentivar los diálogos públicos abiertos y documentados. Desde el momento en que organizaciones, grupos o personas nos mostramos dispuestas a la interlocución, nos inclinamos por el lado de la voz frente a la salida, en el sentido que Albert Hirschman daba a estos conceptos.

Resumiendo a Hirschman, este sostenía que cuando las perspectivas son inciertas y complejas, y vaya que lo son ahora, la participación con voz da cuenta de las oportunidades de cambio positivo, alienta los espacios para el debate, fortalece las practicas deliberativas y coadyuvan a decisiones públicas para el desarrollo mejor argumentadas.

Por el contrario, salirse de la discusión corresponde a la autoexclusión, a la renuncia al derecho de intervenir. La voz, por el contrario, responde con lealtad al interés colectivo, como lo busca esta convocatoria por el estado de bienestar. Por tanto, por si misma la convocatoria para seguir trabajando por el estado de bienestar es muy valiosa, ya que contribuye al diálogo colectivo.

Las crisis de los últimos cuarenta años han desviado rutas de avances en el desarrollo, y en algunos temas las han retrasado e incluso cancelado. En varios sentidos, la de 2020, y parte de 2021, fue más intensa y con impactos que seguiremos sintiendo durante años, como estamos viendo con la morbilidad y la mortalidad.

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Estado de bienestar, inseguridad y riesgos sociales

Además, esta gran disrupción y sus secuelas, tiene un contexto más complejo en la inseguridad y otros riesgos sociales, y enfrenta exigencias mayores en el cumplimiento de los derechos humanos, en la sustentabilidad ambiental y en diversos compromisos sujetos a transparencia global y la rendición de cuentas, como lo ha documentado, por ejemplo, el Grupo Nuevo Curso de Desarrollo.

La recuperación de esta crisis, por tanto, será más compleja. Pasado el repunte inicial, la perspectiva de expansión económica para los próximos diez años se mueve alrededor de 2.2 por ciento anual, y la de creación de empleos, en consecuencia, se perfila muy por debajo de las necesidades.

El escenario de los Criterios Generales de Política Económica para 2027 habla de una inversión pública menor a la actual, lo cual supone que el debilitamiento de las capacidades productivas y de los servicios públicos podría continuar. Hay serios riesgos de histéresis en varias ramas y actividades que quedaron dañadas, probablemente también en varias regiones.

Las tensiones distributivas pueden intensificarse ante el panorama que enfrentamos. Aún con los intensos impactos de la pandemia, nuestra población podría incrementarse en alrededor de nueve millones de personas solo durante la presente década, con los rasgos tan demandantes de la transición demográfica.

Estado de bienestar, transición tributaria y transición climática

También la transición climática exigirá esfuerzos que no pueden posponerse más, y requiere soluciones novedosas para que se lleve a cabo sin regresividad social y sin postergar la salida de la pobreza.

Hay prioridades temáticas ya identificadas en el informe Nuevas políticas públicas contra la desigualdad,  con avances muy buenos en el análisis sobre los requerimientos adicionales de gasto público en salud, educación, sistema de cuidados, protección social, seguridad, agua e infraestructura; en la reforma al sistema universal de pensiones; en la actualización del sistema de coordinación fiscal, y en la correspondiente reestructuración tributaria, que supone pasar de la consolidación fiscal iniciada en 2015, a la consolidación social.

La discusión sobre la ampliación de la capacidad tributaria, indispensable para un estado de bienestar, tiene una historia larga en México, con un hito hace casi 60 años con las recomendaciones del gran economista N. Kaldor y las de un grupo de trabajo en el que participó don Víctor Urquidi.

En el análisis de las finanzas para el desarrollo hay tradiciones muy ricas, inspiradas en la pluralidad metodológica y en la experiencia de las políticas económicas, destacadamente la socialdemócrata.

Poner al día los diagnósticos

Estos y otros temas demandan poner al día diagnósticos, sobre todo porque aún estamos por conocer el alcance de los impactos de la pandemia. Quienes habían dicho que el país estaba sobre diagnosticado y que solo faltaba precisar propuestas funcionales están orillados a revisar sus dichos.

Estas prioridades requieren más trabajo y acuerdos, con la intervención necesaria de los estados y regiones. Y sobre todo, sin perder de vista que la construcción de un Estado de bienestar da sentido y orden al trabajo en esos temas, seguramente también en otros. Tal es el compromiso de la convocatoria por el estado de bienestar en México.

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