Escrito por 3:00 am abuso, Ana Luisa Nerio Monroy, En Portada, Niñez, Violencia

El derecho de las niñas y niños a vivir una vida libre de violencia: la violencia vicaria

Dentro de las distintas violencias de género, la violencia vicaria, es aquella que tiene por objetivo mantener o perpetuar la violencia contra la madre a través de sus hijos. A la vicaria se le considera una forma de violencia de género por atacar a las mujeres por el hecho de ser mujeres; es violencia machista pretender el control y el poder sobre la vida de la expareja. Es una violencia patriarcal porque está sostenida en la cultura que coloca por encima de los derechos de las mujeres y de la niñez, el poder e intereses de los hombres y del sistema social que los valida.

Escrito por:   Ana Luisa Nerio Monroy[1]

El concepto de violencia vicaria fue acuñado por Sonia Vaccaro, psicóloga argentina y radicada en España. Vaccaro señala que esta violencia está dirigida contra las mujeres a través de las hijas o hijos. Los padres, padrastros o exparejas sentimentales utilizan a las niñas o niños como medio para seguir maltratando, violentando y controlando a las mujeres. Los hijos(as) dejan de ser tales y se convierten en un objeto, un medio para ejercer violencia de género. Explica que la violencia vicaria se ejerce sobre los hijos(as) pero el fin último es causar sufrimiento a la mujer. Y esto tiene mucho que ver con el hecho de que los encargados de la justicia y la sociedad misma, separan o disocian la figura de pareja y de padre. La violencia se acentúa cuando la mujer solicita la separación, el divorcio y cuando tiene una nueva pareja.[2]

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Y acá está otra clave de la violencia vicaria que se presenta en prácticamente todas las violencias de género: el control. Uno de los rasgos distintivos de la violencia patriarcal y machista es el control que se ejerce sobre la vida, libertad, autonomía y cuerpo de las mujeres. En muchos casos el divorcio o separación logran acabar con este ciclo de la violencia, pero hoy en día se observa con frecuencia que se presenta la violencia vicaria. El padre-expareja no se resigna ni acepta que la relación y las dinámicas de control y violencia que ejercía sobre la mujer, se han acabado, y entonces utiliza a los hijos o las hijas.

Las niñas y niños son un medio, un instrumento mediante el cual se busca violentar a la madre. La víctima directa o el objetivo final es la mujer ¿pero son las niños y niños en verdad víctimas indirectas de la violencia vicaria? Si bien la intención del maltratador es provocar sufrimiento psicológico y mental a la madre, los hijos (as) son quienes viven los efectos de que no se cumpla con la pensión por alimentos, del abuso físico o psicológico y hasta de asesinato. Porque una de las razones por las que la violencia vicaria comenzó a ser visible con mayor fuerza es precisamente que se han presentado casos de asesinatos de las hijas(os) a manos de sus padres.

No se puede olvidar que un hombre violento y maltratador con la pareja, un hombre que no maneja de manera adecuada sus emociones, si no recibe la atención y tratamiento adecuado, si no cambia, muy probablemente violentará a sus hijos o hijas. No se puede separar o disociar, como señala Vaccaro, al hombre-expareja-violentador, del padre-expareja-violentador. Los casos que tristemente confirman esto, sobran en todo el mundo. Niñas y niños maltratados física y emocionalmente, separados o sustraídos del hogar de sus madres, secuestrados y, en casos extremos, pero no tan excepcionales, asesinados por su propio padre.

Las infancias que viven violencia vicaria sufren sus consecuencias por muchos años si no es que de por vida si no se atienden de manera adecuada. El daño emocional puede presentarse por medio de estrés, ansiedad, depresión, insomnio, adicciones, trastornos alimenticios, entre otros. Por su parte el daño físico es variado, los golpes, cicatrices, fracturas etcétera, con las que los niñas y niños regresan a casa de su madre o llegan a los hospitales es un recordatorio de la forma en que el violentador desea manifestar su control.

No existen datos sobre la violencia vicaria en México. La Red por los Derechos de la Infancia (REDIM) deriva información a partir de las cifras de violencia ejercida contra niñas, niños y adolescentes. Por ejemplo, la REDIM encontró que en 2021: 15 mil 207 niñas, niños y adolescentes en México fueron atendidas en hospitales por violencia familiar. De estos casos, uno de cada cinco (3,257) fueron perpetrados por un padre o padrastro; de los siete mil 887 niñas, niños y adolescentes que fueron atendidas en hospitales por violencia física, 761 fueron perpetrados por un padre o padrastro; y uno de cada seis casos de violencia psicológica (1,812) fueron perpetrados por un padre o padrastro.[3]

La violencia vicaria está reconocida en algunos estados de la República Mexicana pero no a nivel federal. Existe un debate acerca de la mejor manera de incluirla en el marco normativo. Para algunas especialistas incluirla como parte de las leyes contra la violencia a las mujeres, la convierte en una violencia más y es probable que funcione mejor como un gravante de las otras violencias.

En la prevención y atención de la violencia vicaria es fundamental que el sistema de impartición de justicia trabaje con perspectiva de género y por supuesto que se acabe con la corrupción y la impunidad. En casos narrados por madres víctimas de violencia vicaria no es extraño que el padre haya realizado el pago de sobornos a distintas personas que forman parte del entramado del sistema de justicia para lograr alguna ventaja respecto a la guardia y custodia, visitas, pago de pensiones (evasión de éstas) para sus hijas o hijos. 


[1] Mtra. En RRII por la UNAM. Consultora, tallerista y conferencista sobre derechos humanos y género; autora de La No Maternidad Elegida. Twitter: @aluisanerio

[2] Figueroa Natalia “Sonia Vaccaro: En ‘violencia vicaria’ estamos hoy como estábamos en los comienzos de la violencia de género”, LATFEM, Disponible aqui  

[3] Red por los Derechos de la Infancia en México (REDIM) “Violencia vicaria contra mujeres y niñas, niños y adolescentes en México”, Disponible aqui

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