Escrito por 10:18 am Arte, Cultura, Destacados, En Portada, Mónica Muñoz • 2 Comentarios

Madame Bovary y la idealización del amor

Madame Bovary escrita por el francés Gustave Flaubert, fue una novela cumbre del realismo literario del siglo XIX. En su momento, despertó tal escándalo que hasta Flaubert fue procesado por ella. ¿La razón? Los atrevimientos de su heroína, un personaje, cuyo tratamiento significó una auténtica ruptura con la tradición literaria. Escrita y publicada por facsímiles en la revista La Revue de París en 1856, la novela por fin fue editada como una obra completa en 1857. Desde entonces, Madame Bovary marcó un punto de inflexión en la literatura del siglo XIX. Incluso hay un término conocido como “Bovarismo” que alude al síndrome de las personas que, por idealizar el amor, se desilusionan al poco tiempo de iniciar una relación amorosa.

Escrito por:   Mónica Muñoz

Esta novela pertenece al género del realismo, un movimiento de la segunda mitad del siglo XIX, que se encuentra intrínsecamente ligado al romanticismo tardío. Con su estilo alegórico la novela fue una crítica a la sociedad burguesa del siglo XIX, etapa posterior de la Revolución Francesa y al gobierno absolutista de Napoleón. Ahí, Gustave Flaubert quizás se preguntó: ¿Cómo escribir libros bellos acerca de la mediocridad cotidiana, o cómo expresar el aburrimiento sin aburrir?

Desde luego, para entrar en la novela, en la realidad que nos propone, en esa mediocridad que narra de la época, debe ser comprendida íntimamente, es decir, de perfecta conformidad con la impresión que nos produce; así es la “química” del estilo: ni embellecimiento ni ocultamiento sino restitución literaria de lo real por medio de la expresión precisa.

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¿Quién fue Flaubert? Sin duda uno de los grandes escritores al que se le atribuye ser el iniciador de la novela moderna; estudió Derecho en París, se dice que fue muy tímido y en ocasiones arrogante. Él junto a Balzac y Stendal son los grandes representantes del realismo; contemporáneo al poeta Charles Baudelaire. En cuanto al amor, Flaubert mantuvo una relación inestable pero apasionada con la poetisa Louise Colet, aunque su gran amor fue sin duda Elisa Schlésinger, que nunca llegó a ser su amante.

Madame Bovary

¿Qué nos cuenta esta novela? Trata de la soñadora Emma quien es una lectora voraz de novelas románticas que le hacen incubar muchas ilusiones respecto del matrimonio y de la vida, de la cual espera aventuras apasionadas y galantes. Es una joven de provincia, hija de un granjero, que logra casarse con Charles Bovary, oficial de salud (no tiene el título de médico). Aunque él la ama es incapaz de comprenderla y satisfacerla. Una vez convertida en Madame Bovary, Emma se encuentra con un marido fiel, pero ausente, puritano, sin carácter y sin ambiciones, todo un desencuentro de su idealización con la realidad.

Emma buscará la realización de sus sueños en otros amores, pasionales, platónicos… pero ninguno de ellos logrará calmar su desesperada ansiedad y sus románticas inquietudes. Además, llega a ser madre y tiene a su hija Berthe a la cual desatenderá. En el consumismo encuentra esa evanescente y efímera felicidad que al poco tiempo se esfuma y que sólo le genera grandes deudas a su esposo. ¡Madame Bovary es una compradora compulsiva!

Su mundo se desmorona cuando recibe una orden de embargo y desalojo, por todas las deudas acumuladas y no encuentra ayuda financiera ni el apoyo para poder huir con uno de sus amantes. Desesperada, decide suicidarse con arsénico de la botica del señor Homier. Charles, arruinado y desengañado al descubrir que su esposa le fue infiel, acaba por morir. La niña Berthe queda al cuidado de una tía y al crecer tendrá por destino trabajar en una fábrica de hilos de algodón.

En esta novela, con gran carga de ambigüedad: lo patético se desplaza por la ironía, el lirismo por la denuncia de sus excesos, lo trágico por la mediocridad de los seres que la tragedia toma por víctimas y lo cómico involuntario de los agentes que ésta utiliza. Esta historia provocó el escándalo de la burguesía francesa, esclava de mil prejuicios. Sin embargo, como ocurre con frecuencia en nuestros días, el proceso judicial que siguió contra Flaubert contribuyó a que tuviera un éxito editorial sin precedentes.

Se dice que, desde el punto de vista psicológico, el comportamiento de Madame Bovary se da en personas cuya meta fundamental en la vida es evitar el abandono del ser querido. Metas que por supuesto las lleva a asumir actitudes erradas y desesperadas. No pueden estar solas, pasan de una relación a otra. Suelen elegir a personas poco convenientes ante las que se vuelven vulnerables. Se embarcan en relaciones complicadas o en amores imposibles porque eso alimenta la imagen idílica que persiguen. Necesitan experimentar permanentemente la sensación de enamoramiento y pierden el interés cuando el amor se vuelve más estable. Por otra parte, presentan una permanente insatisfacción. La realidad que viven en nada se parece a sus fantasías y anhelos. Esa distancia entre el ideal y lo real les impide valorar y disfrutar lo que tienen.

Emma, el personaje termina suicidándose porque ante el temor y la vergüenza prefiere salir de la escena. El misterio y el artificiose se agotaron. Como diría Goffman: “un status, una posición, un lugar social no es algo material para ser poseído y luego exhibido; es una pauta de conducta apropiada, coherente, embellecida y bien articulada. Realizada con facilidad o torpeza, conciencia o no, engaño o buena fe, es sin embargo algo que debe ser representado y retratado, algo que debe ser llevado a efecto. (Goffman, 2001)

Reflexión final

El libro “La Orgía Perpetua” de Mario Vargas Llosa (Llosa, 2016), hace todo un ensayo crítico sobre Flaubert y Madame Bovary, ahí el lector podrá encontrar, conocer y apreciar mejor la novela. Aún hoy en día podríamos hablar de su actualidad, incluso en el tema de su modernidad, por la constante búsqueda del ideal, su inconformismo ante la vida cotidiana, “esa desazón inaprensible” de Emma no es ajena a nuestra vida actual, con su estrés, sus adicciones, su consumismo o su gasto excesivo de fármacos o de psiquiatras.

También podríamos hacernos estas preguntas: ¿Durante cuántos siglos va a permanecer viva la influencia de las novelas románticas en el alma de tantas Emma Bovary? ¿Qué ideas falsas tenemos sobre el amor? ¿seguimos idealizado el amor imposible, e inalcanzable? Muchas mujeres siguen esperanzadas a que llegue el “príncipe” que las salvará, y luchará contra todo, para tratarlas como a unas “princesas”. Lo que no saben es que el amor romántico infantiliza a la mujer, la inutiliza, la debilita. Y que, sin duda, un amor maduro se centra en un sano amor propio. ¿Qué tanta presión ejerce la sociedad? ¿Cuántos matrimonios llevan vidas infelices e insatisfechas? Quizá les resulta más fácil vivir así que divorciarse, porque les pesa “el qué dirán” … ¿Será que seguimos pensando que “el verdadero amor”, debe ser perfecto, completo, incondicional y para siempre? No todos nosotros, y mucho menos siempre, estamos dispuestos, disponibles, y listos para un amor de larga duración.

En su libro “El amor no es como lo pintan” (Díaz, 2019), la psicóloga Tere Díaz nos dice: “Las personas nos construimos en y por los encuentros humanos, y los que tienen que ver con la atracción, los afectos, el sexo y el erotismo, son los que más conmocionan la percepción de nosotros mismos: nos permiten reconocernos, estirar nuestros límites, recuperar la confianza, expandir nuestra dimensión afectiva y erótica, compartir ideas, sentirnos acompañados, reconocer nuestros dolores, y habilitarnos para “reinsertarnos”, si así lo deseamos, en el mundo del amor. ¡Sin duda el tema da para pensar y reflexionar!

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