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Los oscuros riesgos en internet

México es un país con alta vulnerabilidad en materia de seguridad informática. De acuerdo con un informe en la materia, publicado por InfoBlox, durante la pandemia dos de cada tres personas que trabajan, reportan que en sus empresas hubo al menos cinco ataques informáticos mientras estaban realizando trabajo remoto en internet.

Escrito por:   Mario Luis Fuentes

Asimismo, 47% de las empresas reportaron mayores eventos de riesgo ante los ransomware, mientras que 45% expresó el incremento ante el phishing. Entre los ataques más comunes está el “secuestro de credenciales” o datos de acceso; la exfiltración de datos y también interrupciones de sistemas.

Los costos económicos sufridos por las empresas son elevados y se reportan pérdidas de hasta 20 millones de pesos en algunos eventos catastróficos vividos por algunas de las empresas.

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Asimismo, de acuerdo con la consultora Fortinet, en el primer cuatrimestre de 2022 se tiene registro de hasta 80 millones de intentos de ataques cibernéticos en el país, siendo el país de América Latina con mayor reporte de casos, pues el 85% de las detecciones se registran en nuestro país.

En medio de ese contexto, importa destaca los datos dados a conocer recientemente por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), relativo al ciberacoso. En efecto, el módulo que levanta en la materia muestra un incremento de 21% en este tipo de eventos entre los años 2020 y 2021.

Los datos son muy preocupantes: 22.8% de las mujeres y 20.6% de los hombres que usaron internet en el 2021, fueron víctimas de ciberacoso. Y el contacto mediante identidades falsas es el que en mayor porcentaje se registra con un 36.7% y 34.5% para mujeres y hombres, respectivamente.

Por edades, entre quienes tienen de 12 a 19 años, el 24.1% de los hombres vivió ciberacoso; mientras que el 29.9% de las mujeres enfrentó esa forma de agresión. Por su parte, en el grupo de 20 a 29 años, el 25% de los hombres enfrentó la situación, mientras que el 31.1% de las mujeres se ubicó en la misma situación. Finalmente, en el grupo de 30 a 39 años, 21.3% de los hombres y 22.9% de las mujeres, enfrentaron esta problemática.

Es válido pensar que estos datos no son independientes del contexto nacional e internacional de prevalencia de la trata de personas y la explotación sexual comercial de niñas y niños. Pues lejos de haberse mejorado las condiciones de seguridad, en realidad hoy las poblaciones de niñas, niños, adolescentes y personas jóvenes, están cada vez más expuestas a las redes criminales que buscan engancharles para someterlos a las más crueles formas de explotación.

En la medida en que la presencia de las telecomunicaciones avanza, los grupos delincuenciales disponen de mayores canales de contacto, protegidos por la sombra del anonimato y aprovechándose de una extendida soledad y asilamiento de millones de niñas, niños y adolescentes.

Llama la atención el hecho de que, según los datos del INEGI, el nivel de escolaridad determina diferencias relevantes en los porcentajes de personas que son víctimas de ciberacoso, aunque en todos los niveles educativos los datos registrados son altos: 30.2% entre quienes tienen estudios de educación superior; 31% entre quienes tienen educación media superior, mientras que entre personas con educación básica el porcentaje es de 38.2%.

También es importante observar la presencia territorial del ciberacoso, pues es en Michoacán donde se registró el mayor porcentaje con un 28.8% de sus habitantes que usaron internet en 2021, y que enfrentaron esta problemática; le sigue el estado de Guerrero, con 26.8%; Oaxaca, con 266.4%; mientras que los estados con menores porcentajes fueron Nuevo León y Ciudad de México con 16.8% en cada uno de ellos; y Quintana Roo, con 16.7%.

Los riesgos se incrementan, por supuesto, en la medida en que la población pasa más tiempo conectada al internet. Y por ello destaca el dato de que, en 2021, la población en general utilizó, en promedio, cinco horas diarias el internet; pero entre quienes vivieron el ciber acoso, el número promedio de horas de conexión a internet es de 5.9 horas. 

Frente a ello, el desglose territorial también es interesante, pues el tiempo de conexión a internet más alto, entre quienes vivieron ciberacoso, se registró en Nuevo León, con 7.3 horas diarias; seguido de Sonora y Baja California Sur, con 7.1 horas; mientras que el menor tiempo de las víctimas de ciber acoso fue de 4.7 horas diarias en promedio en los estados de Puebla y Tlaxcala, y de 4.3 horas promedio en Oaxaca.

Es un hecho que hace falta hacer mucho más ante los retos de la seguridad informática, pues cada vez más, dada la intensificación del uso del internet a que nos obligó la pandemia, pero también a la cada vez mayor digitalización de servicios, nuestro patrimonio y seguridad e integridad física enfrentan cada vez mayores desafíos y amenazas.

Se trata pues de una cuestión que requiere acciones en dos frentes: por un lado, el Estado requiere fortalecer sus capacidades de regulación de la red, y en los ámbitos de la seguridad pública y ciudadana, está obligado a desarrollar mucho más y más potentes acciones de protección, pero, sobre todo, de prevención de los ciber delitos.

Por el otro lado, es urgente que se desarrolle una nueva cultura de seguridad informática entre la población, sobre todo en un contexto en el cual, la ruta trazada es demandar el reconocimiento del acceso al internet como un derecho humano, y en esa medida, una cada vez mayor presencia de redes disponibles para el acceso de las personas, las cuales requieren de capacidades y estrategias de seguridad personal ante la posibilidad del robo y suplantación de identidad; violación a la privacidad; y en los casos más extremos, a mecanismos cada vez más sofisticados de enganche para la explotación laboral o sexual ya sea a través del propio internet o bien a través de éste como herramienta para facilitar el contacto personal.

El tema del ciber acoso debe alertarnos sobre el amplio abanico de riesgos que se enfrentan en la nueva realizada informática en que vivimos, y en las nuevas modalidades de robo, fraude, acoso o explotación que surgen y que en muchos casos, toman por sorpresa y sin defensas, tanto a la población, somo sobre todo, a las autoridades.

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Investigador del PUED-UNAM

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