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Recuento de una crisis sin precedentes: pobreza, fragilidad, desigualdades

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De acuerdo con el Banco Mundial (BM), la crisis de la pandemia ha perjudicado en mayor medida a los más pobres y vulnerables, y ha aumentado el riesgo de que millones de personas más caigan pronto en la pobreza.

“Tras décadas de avances constantes en la reducción del número de personas que viven con menos de USD 1.90 al día, la COVID-19 marcará el primer revés en la lucha contra la pobreza extrema en una generación”, apunta el organismo.

El Banco Mundial indica que la COVID-19 ha llevado a 88 millones de personas más a la pobreza extrema y que, en el peor de los casos, esta cifra podría ser mucho mayor y llegar hasta los 115 millones de personas, principalmente en Asia meridional y África al sur del Sahara.

Según la información más reciente del informe La pobreza y la prosperidad compartida los “nuevos pobres” que traerá consigo la crisis del COVID-19 serán personas que trabajan en los servicios informales, en la construcción y en la manufactura, “sectores en los que la actividad económica se ve más afectada por los confinamientos y otras restricciones a la movilidad”.

El impacto de las restricciones en la economía ha sido catastrófico. En palabras del Banco de México, el nuevo coronavirus “ha desatado una crisis mundial sin precedentes, una crisis sanitaria mundial que, además de generar un enorme costo humano, está llevando a la recesión mundial más profunda desde la Segunda Guerra Mundial”.

“En todo el mundo, las empresas —sobre todo las microempresas y las pequeñas y medianas empresas de los países en desarrollo— se encuentran sometidas a una intensa presión, dado que más de la mitad de ellas están en mora o probablemente lo estarán dentro de poco tiempo”, señala el BM.

Aunque más de un tercio de las empresas han aumentado el uso de la tecnología digital para adaptarse a la crisis, las ventas se han reducido a la mitad, por lo que han tenido que bajar los salarios y las horas de trabajo.

Lo anterior ha producido una reducción del ingreso de las familias, lo que pone en riesgo el capital humano y, de acuerdo con el BM, las obliga a hacer concesiones y sacrificios que podrían menoscabar los resultados de salud y aprendizaje de una generación. 

Asimismo, los Indicadores del Desarrollo Mundial del BM muestran que incluso antes del COVID-19, el número de personas que padecían desnutrición estaba aumentando, a pesar de haber disminuido durante décadas. Al respecto, el Banco Mundial, alerta:

“Como sucede con tantos otros aspectos del desarrollo mundial, la COVID-19 acentúa esta preocupante tendencia. De acuerdo con una evaluación preliminar realizada por nuestros asociados de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), en 2020, debido a la pandemia, el número total de personas que padecen desnutrición podría aumentar entre 83 millones y 132 millones (i) en todo el mundo”.

Es entonces una realidad que la inseguridad alimentaria y la COVID-19 han agravado el impacto de la fragilidad, los conflictos y la violencia, lo que podría revertir los avances logrados en materia de desarrollo, como indica el BM.  

“Hoy en día, alrededor de la mitad de los pobres del mundo se ven afectados por situaciones de fragilidad y conflicto. De hecho, la pobreza se está concentrando en esos lugares, donde para 2030 estarán viviendo hasta las dos terceras partes de la población extremadamente pobre del mundo. Es probable que la COVID-19 acentúe aún más esta tendencia”.

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