Escrito por 12:00 am Salud, Saúl Arellano

Damnificados e invisibilizados

Lo perdieron todo, y la mayoría no tiene voz. Ante los medios de comunicación, las autoridades de la Ciudad de México se “llenan la boca” diciendo que todo está bien; que los recursos fluyen, que la reconstrucción está en marcha; que las personas damnificadas no están solas.


La realidad, por los testimonios recabados, es muy distinta. Por ejemplo, en uno de los casos de los edificios que se colapsaron en la Colonia del Valle, ni siquiera las aseguradoras han podido ingresar para recabar información mínima de los vehículos que quedaron sepultados bajo los escombros, mientras que muchos han recibido en el Ministerio Público es el de criminales, antes que víctimas que atraviesan por un trance sumamente doloroso en el que perdieron a familiares y patrimonio.

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Más allá de dos o tres casos ejemplares, en los que algunas personas han logrado dar su testimonio, hay centenares de personas que se debaten en la supervivencia cotidiana: ni los tres mil pesos de ayuda para renta se han entregado con oportunidad ni para todos; ni la asistencia técnica para tramitar nuevos créditos; y mucho menos apoyo jurídico y administrativo adecuado para vender en los casos en los que la pérdida es total; y para reparar y reconstruir en aquellos en donde algo podrá salvarse.


El costo inicialmente estimado para poner en pie lo derruido se está quedando rápidamente corto, porque en primer término, no se consideró lo que cuesta el tiempo, la energía y las capacidades personales e institucionales en términos administrativos, contables y financieros, que deberán ponerse en marcha para avanzar rápidamente en la reconstrucción.


En segundo término, no se consideró adecuadamente el número total de inmuebles dañados; hoy en Iztapalapa, Xochimilco y otras zonas, se han contabilizado centenares de viviendas dañadas; amén de las escuelas y edificios públicos que tienen igualmente fracturas y daños estructurales.


Lo mismo aplica para la zona metropolitana: en Nezahualcóyotl, Chimalhuacán, Ecatepec y en otros municipios, se tiene un amplio registro de escuelas y viviendas afectadas y que no podrán volver a habitarse. Esto implica, sí la reconstrucción material de las casas, pero sobre todo, hacerlo desde una perspectiva integral que responda a una noción amplia de lo que es la Ciudad.


Desde esta perspectiva, si algo debe repensarse es, hay que insistir, el acelerado proceso de urbanización y de metropolitización que se está dando en todo el país. De acuerdo con la información oficial, prácticamente el 80 por ciento de la población vive ya en ámbitos urbanos.


Otro asunto a considerar, como resultado de los sismos de septiembre, y en la Ciudad de México, Morelos y Puebla, particularmente el del día 19, es que cientos, quizá miles de familias, pasen de la clase media a sectores empobrecidos; mientras que el efecto general, en términos de capacidad de crecimiento del país y de generación de empleos y riqueza, podría llevar a perder el relativo avance que se había registrado entre 2014 y 2016 en materia de superación de la pobreza.

Luego de la inmensa participación voluntaria que se volcó a las calles para ayudar en los momentos y días posteriores al sismo, estamos atravesando por una suerte de “enfriamiento” del entusiasmo y la solidaridad social. Y eso debe modificarse, porque si algo debería estar ocurriendo es una verdadera ebullición de la sociedad civil que lleve a poner las agendas estructurales del desarrollo a las puertas de las oficinas del gobierno, dando voz a los miles de damnificados que hoy están topando, literalmente, con la frialdad e incompetencia de la autoridad.


La denuncia de la corrupción debe traducirse en costos políticos de los responsables; y sin duda alguna, debe buscarse paliar el impacto patrimonial de quienes perdieron todo; pero simultáneamente, mejorar la calidad de vida de sus vecinos, no de calle, sino de la Ciudad; es decir, esto debería llevarnos, sin duda alguna, a repensar y avanzar hacia la reducción de las desigualdades que hoy, lamentablemente, nos dividen y separan.

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@saularellano

Artículo publicado originalmente en la “Crónica de Hoy” el  12 de octubre de 2017

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