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El delito toca a tu puerta: violencia e inseguridad en Naucalpan

por Francisco Robles Berlanga

Vivir en el Estado de México es como estar parado en el centro de un campo minado: no importa la dirección que uno tome para salir de él, siempre existe un alto riesgo de resultar víctima de un delito


A lo largo de 2018, en la entidad más poblada del país, se cometieron 275 mil 746 delitos al año (755 diarios). De tal suerte que, si usted es mexiquense, tiene una alta probabilidad de ser despojado de su automóvil, de morir en forma violenta, de que se introduzcan en su casa para robar sus bienes, de sufrir un asalto al caminar por la calle, al abordar el transporte público o al salir del banco, de ser secuestrado o extorsionado.

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No hay manera de escaparse a lo que parece ser un destino manifiesto. Desde 2007 a la fecha, las bandas delictivas que operan en la entidad robaron más de medio millón de automóviles y cometieron 20 mil 970 asesinatos.

El municipio de Naucalpan no es ajeno a este contexto de violencia. Ocupa el cuarto lugar en el número de delitos cometidos, solo por debajo de Ecatepec, Tlalnepantla y Toluca. En cuanto a la violencia letal, el municipio se encuentra en la media estatal con una tasa de 13.3 homicidios por cada 100 000 habitantes.

Al igual de lo que sucede a nivel estatal, los delitos de robo a casa habitación, de vehículos y a transeúntes son los que más inciden en la percepción de inseguridad. Ocho de cada diez personas que habitan en el municipio declaran sentirse inseguras[1].

Para protegerse, los naucalpenses han realizado cambios en su vida cotidiana: el 78.9% renunció a portar bienes de valor para no provocar tentaciones; el 65.7% dejó de caminar por las noches, resguardándose temprano en su vivienda, y un 57.4% considera riesgoso que los niños salgan solos a la calle, parques y plazas. La creciente percepción de inseguridad se alimenta también de las medidas tomadas para proteger viviendas y negocios.

En Naucalpan la inseguridad es cada vez más cercana, se respira. Enrejados en puertas y ventanas, alarmas, cercas electrificadas y cámaras de video que se hacen cada vez más constantes; presencia de lonas que advierten a los delincuentes sobre la posibilidad de ser linchados; proliferación redes vecinales de WhatsApp para alertar sobre la ocurrencia de un delito o de un hecho sospechoso; cierre de colonias, calles y avenidas, e incremento de guardias privados son hechos que ilustran el paisaje de inseguridad que afecta a los naucalpenses.

A pesar todas esas medidas, uno permanece expuesto. Entre enero y diciembre de 2018 fueron robados, la mayor de las veces con violencia, 3 mil 17 automóviles (ocho vehículos diarios), que representan el 6.3% de los 47 mil 657 que la delincuencia arrebató a sus dueños en el Estado de México.

Así mismo, el robo o asalto en calle, y en transporte público y privado, el primero de los cinco delitos más frecuentes en el estado de México, resultó tener en Naucalpan un comportamiento que supera la media estatal y que coloca al municipio en el noveno lugar del ranking de los diez municipios con mayor número de robos. Delito que afecta en mayor medida a la población más pobre.

En los meses recientes, es cada vez más común enterarse por las redes sociales, los medios de comunicación o por vecinos y familiares de la ocurrencia de actos graves de violencia criminal: amenazas de explosivos, balaceras en la vía pública (periférico), asaltos armados dentro y fuera de los bancos, ejecuciones, levantones de mujeres jóvenes están entre los más divulgados.

El periodista Héctor de Mauleón ha publicado de manera frecuente una crónica de lo que califica como una crisis insólita de violencia e inseguridad por la que atraviesa Ciudad Satélite, etiqueta que es extensible a todo el municipio. Ninguna colonia popular o barrio residencial escapa a ella.

En enero pasado, la actividad delictiva repuntó en un 5.5%, con relación con diciembre de 2018. No se trata de un buen inicio para la administración de Patricia Durán, que alcanzó la presidencia de Naucalpan apoyada por Morena. Aunque es temprano para sacar conclusiones y hacer valoraciones.

En materia de seguridad, el camino del nuevo gobierno parece cuesta arriba. De inicio, una buena señal es el nombramiento de Leticia Romero Odriozola como comisaria de Seguridad Pública municipal. Sin embargo, su nominación no es suficiente para controlar y abatir los índices delictivos.

Para ello se requiere urgentemente del diseño y ejecución de una acertada estrategia de seguridad, basada tanto en la inteligencia policial como en el despliegue de acciones que atiendan con anticipación las causas del delito.

También es necesaria la adecuada coordinación con las autoridades federales y locales, particularmente con las autoridades de los siete municipios aledaños que, en conjunto con Naucalpan, registraron una quinta parte de los delitos denunciados el año pasado en el estado de México. Es momento de pensar en la pertinencia de un mando único.

Por último, no puede dejarse de lado la indispensable depuración, formación y profesionalización de la policía municipal. Ardua es la tarea que le espera a las nuevas autoridades.

Francisco Robles Berlanga Maestro en Políticas Públicas Comparadas (FLACSO), experto en seguridad y prevención.

[1] Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana, diciembre de 2018.

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