Escrito por 3:32 pm Agendas locales, Saúl Arellano

Es hora de voltear al sur, don Andrés

“Y durante mucho tiempo no tenían plan alguno y todo el día se dejaban llevar sin rumbo…” Apolonio de Rodas, Argonáuticas

Entre las declaraciones que ha hecho el virtual presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, destaca la relativa a que México va a recuperar los principios constitucionales relativos a la política exterior, fundamentalmente los principios de “no intervención” y de respeto a la libre autodeterminación de los pueblos.


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El tema es trascendente, porque obliga a revisar el papel que México ha tenido en los últimos años en las Naciones Unidas, así como decisiones polémicas impulsadas inicialmente por el controvertido excanciller Jorge Castañeda. Por ejemplo, la participación de nuestro país en el Consejo de Seguridad, o incluso la posibilidad abierta de participar en misiones internacionales con efectivos de las fuerzas armadas.

Por otro lado, retomar una visión apegada a principios de política exterior, implica retomar el papel de México en la diplomacia internacional, más aún en el contexto de turbulencia e incertidumbre impuesto por la administración Trump. Eso significa revisar el papel de nuestras embajadas y consulados como meros representantes de negocios y comercio exterior, al que las terminó de reducir José Antonio Meade cuando fue canciller (así lo escribí desde el 2 de diciembre de 2012 en este diario: https://goo.gl/wkp6Yg).

En este escenario general, López Obrador y su probable canciller, Héctor Vasconcelos, tienen una oportunidad de oro para reposicionar a nuestro país en el liderazgo que nunca debió perder en América Latina y, desde esa perspectiva, avanzar muy rápidamente en la construcción de iniciativas de gran calado. Por ejemplo, ¿por qué no convocar el mismo 1º de diciembre, a la construcción de una gran alianza latinoamericana contra la pobreza y la desigualdad?

La Cepal cuenta con diagnósticos precisos sobre el tema, y el propio López Obrador ya ha considerado a Alicia Bárcena como posible integrante de su proyecto de país: ¿por qué no aprovechar su experiencia y convocar a la región a un nuevo proceso de integración que tenga como objetivo la equidad y la prosperidad?

Asimismo, en la recuperación de los principios constitucionales de política exterior debe entenderse que “no intervención” no significa omisión. En esa lógica, estamos obligados a tender la mano a las víctimas de gobiernos autoritarios: tanto en Venezuela, como marcadamente Nicaragua, recuperando lo mejor de la tradición solidaria con los países hermanos de América Latina, y, con las proporciones guardadas, a recuperar la política de “puertas abiertas” respecto de los perseguidos políticos que se tuvo con Chile, Uruguay, Brasil y Argentina en los oscuros tiempos de las dictaduras militares.

Voltear al sur permitiría también vincularse con decisiones de política interna, como desarrollar al sur-sureste como lo ha planteado reiteradamente Mario Luis Fuentes: construyendo una nueva política de desarrollo regional que ubique a Chiapas, Tabasco, Yucatán, Campeche y Quintana Roo como un nuevo enclave de crecimiento equitativo y como ejemplo global de cumplimiento de los Objetivos del Desarrollo Sostenible.

Una nueva política exterior volcada hacia América Latina permitiría una autentica diversificación, no sólo productiva, sino también de “mercados-destino”. Ante la fisura que se vive en otros bloques, como el mercado común europeo, América Latina en bloque requiere un replanteamiento de sus estrategias, sobre todo ante las lógicas de China y Rusia y el empoderamiento de otras “economías-continente”, como el caso de la India.

México será en cinco años el 10º país mas poblado del mundo, tenemos la 14ª economía planetaria y, si logramos crecer al menos a ritmos sostenidos de al menos 4% anual, podríamos pasar quizá al 10º sitio.

Es un hecho que nuestra política exterior ha sido hecha pedazos en las últimas administraciones, y es claro también que frente a un energúmeno como Trump, México literalmente no puede seguir dándose el penoso lujo de ser simplemente “el payaso de las cachetadas”.

Voltear al sur nos permitiría recobrar muchos de los espacios, pero, sobre todo, de la dignidad nacional perdida por quienes debieron defenderla.

@saularellano

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