Escrito por 3:00 am Arte, Cultura, En Portada, Mónica Muñoz • 3 Comentarios

Giotto y el Matrimonio de la Virgen

La Edad Media duró muchísimo, fue la larga noche que duró mil años, acertada descripción hecha por el escritor Jostein Gaarder. Comprenderá desde el siglo V hasta el XV. Allí encontramos el Trecento, que hace referencia al siglo XIV, y de manera más específica al periodo artístico italiano. En aquel tiempo iba surgiendo en la mentalidad de las personas una corriente clasicista, en medio de contradicciones ideológicas, algunos artistas se debatían entre el tema del Juicio final y de ese modo entre las temáticas se representaban las penas del infierno; otros en cambio, eran seguidores de San Francisco de Asís y predicaban la misericordia divina pintando al Cristo redentor.

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Giotto di Bondone (h. 1267-1336)

En la época de Dante Alighieri había un gran pintor en Italia que simbolizaba las aspiraciones de renovación cultural: Giotto di Bondone. Nació cerca del 1267 al Norte de Florencia, en la aldea de Vicchio. Fue hijo de un campesino y fue pastor durante su infancia. Conocemos datos sobre su vida gracias a sus contemporáneos. Sí se sabe que fue discípulo del gran artista Cimabue, quien fue pintor y creador de mosaicos italianos iniciador de la escuela florentina del Trecento, y el que descubrió el gran talento de Giotto llevándoselo con él. Los primeros años de aprendizaje transcurrieron en el taller de Cimabue, y pronto comenzó a recibir sus propios encargos, la mayoría eran trabajos religiosos.

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Todas las pinturas de Giotto buscaban el modo de escapar de la maniera grecca implantando el fondo azul como soporte de la imagen. De hecho, este término es utilizado por Giorgio Vasari el pintor y escritor sobre la historia del arte que vivió en el Renacimiento, y que hace referencia al estilo e influencia del arte bizantino muy fuerte durante el Gótico. Tengamos en cuenta que había dos escuelas muy importantes: la sienesa y la florentina. Ambas competían. Es justo en ese momento que Giotto rechaza la maniera greca (cuadros religiosos llenos de color dorado) y cambia sus inquietudes. Se interesa por el naturalismo, empieza a preocuparse por el espacio, y es entonces cuando Florencia inicia su camino hacia el Renacimiento.

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Es importante destacar que a lo largo de la historia del arte se han representado diversa obras pictóricas  sobre los siguientes temas como: La Anunciación de la Virgen María por artistas como Jan Van Eyck, Antonello da Messina, Sandro Boticelli, Lorenzo Lotto, El Greco, y Bartolomé Esteban Murillo entre otros; La Adoración de los Reyes Magos por Sandro Botticelli, El Bosco, Alberto Durero, Jacopo Bassano, Jan Bruegel, el viejo, Pieter Brueghel el joven, y Peter Paul Rubens; El Portal de Belén por artistas como Tadeo Gaddi, Andrea Mantegna, Fray Juan Bautista Maino, Daniel Seghers, Peter Paul Rubens, y por supuesto también Giotto. Asimismo, tan famoso se hizo Giotto que le encomendaron numerosos trabajos en los centros del arte de entonces: Asís, Siena, Bolonia, Roma, Nápoles etc. La influencia de Giotto se dejará ver a lo largo de todo el Trecento.

Como artista, Giotto trabajará la tridimensionalidad del espacio, el volumen de los personajes y de los gestos de cara y manos. Su gusto por los colores brillantes y luminosos le hace llegar a mezclar hasta en una misma obra los azules, rojos, verdes, blancos, colores tierra y negros. El carácter narrativo de sus obras hace que las escenas estén llenas de detalle. En sus obras, Giotto crea un nuevo tratamiento del espacio, y logra una consideración social nueva del arte y los artistas. Sus vírgenes parecían estar vivas, y no sólo por su excepcional conocimiento de anatomía y poses naturales, sino por captar las emociones como nunca antes se había visto.

La representación del matrimonio de la Virgen

Con ese nuevo estilo y criterio propositivo, Giotto pintó durante dos años de arduo trabajo los frescos de la capilla Arena de Padua recreando la vida de Jesús. Sin embargo, en ese tiempo se iban dando cambios en la vida social acerca del matrimonio. Hay que recordar que el arte también refleja la vida social, y justo aquí fungió como propaganda.  Como bien nos describe José Enrique Ruiz-Domenec catedrático y estudioso del tema de Historia Medieval de la Universidad de Autónoma de Barcelona: “Giotto comprendió que representar el matrimonio de la Virgen no era simplemente un homenaje a la madre de Dios, también era un modo de crear un icono que sirviera de ejemplo a la sociedad” (Ruiz-Domenec, 2003), siguiendo el buen ejemplo de la representación de la Sagrada Familia y enalteciendo el significado del matrimonio en el ciudadano común.

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Cuando vemos la obra pictórica del matrimonio de la Virgen, allí podemos apreciar como Giotto nos narra lo siguiente: un hombre mayor con aura de santo en su cabeza, ha llegado a la puerta de un templo con una comitiva compuesta de jóvenes que parecen hablar entre sí. Se ha detenido ante un viejo sacerdote que conduce su mano con un anillo entre los dedos para acercarlo a la mano de la mujer que tiene ante él, una joven mujer, también con halo de santidad, a la que compaña un hombre, que bien pudiera ser su padre, y tres doncellas testigos del acto. El hombre que entrega el anillo es San José, y el sacerdote es Zacarías. Pues esta escena tendrá un total éxito y repercusión que será repetida más adelante por muchos otros pintores.

Repercusión de la obra

De esa manera con Giotto empezará una representación del matrimonio organizada como un tríptico, un recorrido en tres etapas: primero el cortejo por las calles hasta la puerta de la iglesia; segundo en intercambio de votos; y tercero la ceremonia. No obstante, la escena que más se representará será la del intercambio de votos, quizá por tener más intensidad… Y en Italia se unirá a la entrega del anillo, convirtiéndose a partir de ese momento en el símbolo del consentimiento de los esposos: annulum matrimoniale. (Ruiz-Domenec, 2003)

Lo interesante de todo esto, es ver como evolucionó la idea del matrimonio, y se dio esa gran necesidad social de adaptar de manera eficaz este acto al rito. Y como la presencia de un sacerdote será pieza clave, convirtiéndose en un signo de legitimación siendo el que pronuncie aquellas conocidas palabras: “Deus coniungat et hommo non separet in nomine Patris et Filii et Spiritus Sancti amen”. Desplazando por completo a un notario, y celebrándose en el seno de la Iglesia a lo largo de los siglos, adaptándolo a todos los estratos sociales con el tiempo. A finales del siglo XVI era el único modelo existente. Surgiendo una nueva moral conyugal, también respaldada por la Iglesia, en la que las esposas como bien subraya Ruiz-Domenec, creyeron servir a Dios con su abnegado proceder en una sociedad masculina.

Desde luego, los cambios surtieron efecto, y el respeto de las mujeres de la burguesía urbana encontró en la pastoral el mensaje adecuado, desplazando la lectura de novelas de caballería. Hay que tener en cuenta que en la Edad Media la sociedad se considera una proyección de la voluntad de Dios. “El erotismo era para ellas un placer más o menos lícito pero indigno, una culpabilidad superflua introducida en la rutinaria santidad del matrimonio”. (Ruiz-Domenec, 2003) Se debía abogar por una buena conducta en general para todas las jovencitas desde ricas a pobres. Inclusive los frailes dominicos y franciscanos les aconsejaban a las moribundas ricas que dejaran sus riquezas y fortunas a las congregaciones de la cual formaban parte.

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Reflexiones finales

¿Alguna vez has reflexionado sobre los orígenes del matrimonio? ¿Te has preguntado quiénes o bajo qué circunstancias se construyó? Justo ahora que vemos como las relaciones amorosas atraviesan un vertiginoso proceso de cambio y como van surgiendo nuevos modelos amoroso y nuevos acuerdos conyugales. Tan sólo pensemos cómo en día hay matrimonios sin hijos, se da el amor sin matrimonio, hay matrimonio sin sexo… Sin duda, todavía en pleno siglo XXI el amor se acaba concretando y viviendo en la institución social que llamamos matrimonio.  

Surgen también preguntas como: ¿Cómo es que al amor se le dificulta florecer en el seno de la vida matrimonial? ¿acaso amor y matrimonio corresponden a dos lógicas diferentes? Sin duda recomiendo mucho el libro de José Enrique Ruiz-Domenec, para conocer más cómo se fueron aportando y construyendo las normas para el matrimonio desde la antigua Roma hasta nuestros días; para conocer los tratados morales, judiciales, poéticos, el ideal romántico, la moral victoriana… todo esto y más citados por el autor como testimonios durante los diversos siglos de historia. Sobre todo, para indagar que ha llevado a los hombres y mujeres a lo largo de la historia al deseo de casarse, a la ambición del amor. Y desde luego, las obras de arte de Giotto nos permiten reflexionar sobre esto.

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