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La lucha contra la pobreza o el Sísifo de la política en México

Según la mitología griega, Sísifo fundador del reino de Corinto, era tan astuto que había conseguido engañar a los dioses. Zeus y Hades, enfurecidos por las tretas de Sísifo, decidieron imponerle un castigo ejemplar, el cual consistía en subir una pesada piedra por la ladera de una montaña empinada para que, cuando estuviera a punto de llegar a la cima, la gran roca cayera hacia el valle, para que él nuevamente volviera a subirla. Esto tendría que repetirse sucesivamente por toda la eternidad.

Escrito por: Blanca Elena Gómez

La lucha contra la pobreza parece tener el mismo destino, avanzar y retroceder, una y otra vez, sin encontrar aparentemente solución. En 2008, el CONEVAL adoptó una medición multidimensional de la pobreza, la cual, no solo toma en cuenta el ingreso, sino que también considera la privación de los derechos sociales como elementos que impiden el desarrollo de las personas. De esta forma, a partir de este momento, se clasificó a la población mexicana en tres categorías: pobres, vulnerables y no pobres ni vulnerables.

Según datos de CONEVAL, en 2016, 52.2 millones de personas (43% de la población) vivían en condiciones de pobreza en México, para 2018 se observó una modesta reducción pues 51.9 millones de personas vivían en esta condición (41%). Sin embargo, para 2020 el número se incrementó sustantivamente, ya que 55.7 millones de mexicanos (43.9%) vivieron en condiciones de pobreza.

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Por su parte, la población vulnerable por carencias sociales pasó de 30.5 millones de personas (25.3% de la población) en 2016, a 32.7 millones (26.4) en 2018, es decir, experimentó un aumento superior a dos puntos porcentuales. Para 2020, nuevamente mostró una reducción al pasar de 32.7 millones a 30 millones de mexicanos (23.7%). Según datos del Centro de Investigación en Política Pública (IMCO) en 2020, la falta de acceso a los servicios de salud afectó a 28.2% de la población (35.7 millones de personas), el rezago educativo afectó a 19.2% de la población (24.4 millones de personas), la falta de acceso a la alimentación nutritiva afectó a 22.5% de la población (28.6 millones de personas), la falta de acceso a la seguridad social afectó a 52% de la población (66 millones de personas), la vivienda de calidad inadecuada o de espacios insuficientes afectó a 9.3% de la población (11.8 millones de personas), y la falta de algún servicio básico en la vivienda afectó a 17.9% de la población (22.7 millones de personas)

Con respecto a la población vulnerable por ingreso, su número ha mostrado un incremento sostenido el tiempo. En 2016, 9.1 millones (7.6% de la población) de personas vivían en esta condición, para 2018, 9.9 millones (8%) de personas se encontraban en esta condición, finalmente, para 2020, 11.2 millones (8.9%) de mexicanos se encontraron en esta condición, 54% son mujeres y 46% son hombres. En esta categoría se encuentran las personas cuyo ingreso alcanza para adquirir la canasta básica de bienes y servicios, pero carecen de seguridad social, acceso a servicios de salud públicos o privados, servicios básicos, espacios y calidad en su vivienda, acceso a una alimentación nutritiva y de calidad o tienen rezago educativo.

La población no pobre y no vulnerable, muestra una relativa estabilidad al pasar de 29.3 millones (23.7% de la población total) de personas en 2018 a 29.8 millones (23.5%) en 2020.

Sin duda, la pandemia de COVID 19 está relacionada con la exacerbación de esta tendencia, más no es el origen del problema, basta ver la relativa estabilidad de la población no pobre ni vulnerable. Los números mostrados anteriormente hacen evidente que un porcentaje sustantivo de la población vive distintas condiciones de vulnerabilidad (por carencias sociales y por ingreso) que, con el impacto de cualquier coyuntura, tales como el COVID 19, la volatilidad de los precios de alimentos, o la inflación, podría ser condenado inmediatamente a vivir en condiciones de pobreza.

Ante ello, es urgente replantear la política social, hacia el diseño de una política pública escalonada, dirigida estratégicamente a dar atención a las distintas dimensiones que presenta el problema de la pobreza, y bajo una lógica de prevención, atención y solución, de no hacerlo de esta manera, la política social está condenada al igual que Sísifo a avanzar y retroceder, una y otra vez, vulnerando los derechos más básicos de la población. Es importante entender que en fondo de se trata de un tema de justicia social, no de quién gane la próxima jornada electoral.

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