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Memoria y olvido

La tolerancia es un crimen cuando lo que se tolera es la maldad.

Thomas Mann

Una de las características que hemos desarrollado como seres sociales es la capacidad de nuestra memoria y preservar el conocimiento, esto nos permite aprender sobre las bases que nuestros ancestros legan y desarrollarlo a partir de esos puntos. No olvidamos los sucesos, las lecciones, el trabajo ya emprendido, por ello, la memoria, tanto individual como colectiva, es imprescindible como guía para evitar cometer errores de antaño y prever escenarios a futuro.

Autora: Andrea Samaniego Sánchez

EL 27 de enero de 1945 el Ejército Rojo de la URSS liberó a los prisioneros que quedaban en Auschwitz, el más grande campo de exterminio ideado por los nazis para hacer frente a lo que ellos denominaron “el problema judío”. Ante las puertas de este centro la frase “Arbeit Macht Frei”, (el trabajo os hará libres) fue la entrada que congregó a la ignominia, barbarie y sinsentido para degradar y aniquilar a personas consideradas distintas.

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Las cifras mortales que arrojó toda esta estrategia de destrucción se calculan por millones: millones de vidas y familias destruidas, marcadas; además de una sociedad corroída por el odio irracional, discursos de la discordia y la división. Las palabras y las acciones que emanaron dejaron una estela de muerte.

Una vez que terminó el conflicto hombres y mujeres se preguntaron ¿cómo permitimos que esto ocurriera? pues no concebían el grado de maldad que posibilitó se cometieran estas acciones, sin embargo, pronto también se dieron cuenta que hubo una red de complicidades y silencios que atravesaba a la sociedad en su conjunto, lo que al final permitió que más de seis millones de vidas terminaran en los hornos crematorios.

A partir de ese momento, la Humanidad desarrollo una serie de instituciones de carácter internacional, que tienen como objetivo hasta el día de hoy, evitar que los conflictos alcancen las proporciones desarrolladas durante la Segunda Guerra Mundial. La cooperación y el entendimiento de la comunidad internacional permiten, en la medida de lo posible, la solución a los conflictos, como todo, son perfectibles, pero siempre preferibles a no tenerlas.

Memoria y olvido como dos caras de la misma moneda. Como sociedad no podemos olvidar, no podemos permitirnos que actos de esta índole se vuelvan a permitir, si quiera a plantear. Si no tenemos cómo preservar la memoria, nos encontramos indefensos ante el olvido y con ello a la repetición.

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