Escrito por 12:00 am Especial, Salud

Goce máximo de salud: los retos

por Maureen Birmingham (@MaureenBirmingh)

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Hoy, los 194 Estados Miembros de la OMS aceptan esta máxima y emprenden día con día importantes esfuerzos para garantizar a sus habitantes el mayor nivel de salud posible. Sin embargo, alcanzar este noble objetivo presenta importantes retos para todos ellos


Todos los países aspiran a que sus ciudadanos puedan gozar de la mayor calidad de vida posible. Ciertamente, la salud es uno de los aspectos más importantes para alcanzar esta meta pues es pilar fundamental no sólo del desarrollo individual, sino también del desarrollo sostenible de las naciones I. Reconociendo lo anterior, la Constitución de la Organización Mundial de la Salud (OMS) establece que “el goce del grado máximo de salud que se pueda lograr es uno de los derechos fundamentales de todo ser humano sin distinción de raza, religión, ideología política, o condición económica o social”.

La salud es un fenómeno social complejo y dinámico que depende de factores que acontecen más allá del sector salud. Es decir, la salud es determinada no sólo por las variaciones biológicas naturales y la existencia de servicios de atención sanitaria, sino también por factores sociales, políticos, económicos, laborales, culturales y científicos, como son la distribución de la riqueza y el poder; el medio ambiente; la urbanización; el nivel educativo; el acceso al agua y saneamiento; el entorno en donde las personas nacen, viven, trabajan y envejecen; así como sus hábitos; entre otros.

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La existencia e importancia de estos fenómenos –conocidos como determinantes sociales– en el proceso salud-enfermedad es ampliamente reconocida desde hace varias décadas. Por ello, se han emprendido importantes esfuerzos que buscan la inclusión de la salud en todas las políticas y promueven el trabajo intersectorial para garantizar a las personas el goce máximo de salud y bienestar. Ejemplos de este tipo de esfuerzos son las políticas que promueven la actividad física; la construcción de infraestructura para asegurar la correcta y segura movilidad de peatones y ciclistas; la restricción de la comercialización y promoción de los productos derivados del tabaco; y el establecimiento de políticas impositivas sobre productos de alto contenido calórico.

Pese a lo anterior, hoy seguimos enfrentando grandes obstáculos y dificultades para que la salud se encuentre genuinamente en todas las políticas y no sólo en los discursos. Por tanto, el reto para abordar los determinantes sociales de la salud radica en encontrar nuevas estrategias y mecanismos de gobernanza para fomentar el trabajo intersectorial y para garantizar el desarrollo sostenible, la salud y el bienestar de la personas II.

La estrecha relación entre la salud y las condiciones sociales antes señaladas nos lleva a un segundo gran reto que enfrentan los gobiernos al buscar garantizar el goce del grado máximo de salud; este es la equidad en salud. Con equidad en salud nos referimos a la ausencia de diferencias evitables o remediables entre personas, de tal forma que todos tengan las mismas oportunidades de desarrollar su pleno potencial de salud; es la ausencia de diferencias injustas en el estado de salud; en el acceso a servicios; en la contribución financiera; en el acceso a entornos saludables; y en el trato que otorgan los trabajadores de la salud al proveer un servicio.

En América Latina y el Caribe (ALyC) la inequidad, la exclusión y la falta de acceso a servicios de salud siguen siendo dolorosas realidades para amplios sectores de la población. Esto se traduce en la existencia de brechas en la mortalidad y morbilidad entre los diferentes estratos sociales y económicos donde se observan muertes en edades más tempranas en los grupos de ingresos más bajos. Por ejemplo, en 2008, el 35% de las muertes maternas en ALyC se concentró en el quintil menos educado de la población femenina, mientras que el quintil más educado tuvo menos del 10% de estos fallecimientos III.

En la actualidad, la ciudadanía rechaza con fervor esta situación, en la que las personas no tienen la oportunidad de una vida sin enfermedades, discapacidades o mortalidad prematura evitables por razones socioeconómicas, étnicas, de género o cualquiera otra. Promover la equidad exige trabajar de forma intersectorial sobre los determinantes sociales de la salud antes señalados IV. Pero también, desde el sector salud, implica avanzar en el acceso efectivo a servicios de calidad.

Este es un tercer gran reto, pues implica no sólo el aumento del número de personas que son beneficiarias de protección en salud, sino también muchos otros factores como son la ampliación de servicios, la existencia de mecanismos solidarios de financiamiento y la disponibilidad de recursos humanos y físicos para garantizar el acceso a la salud.

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Vivimos un escenario difícil frente a los sistemas de salud. Para poder avanzar en este sentido debemos reconocer la transición demográfica y epidemiológica que se observa en ALyC, que se traduce en una triple carga de enfermedad por la presencia de padecimientos infecto-contagiosos asociados al subdesarrollo, patologías emergentes y reemergentes, y enfermedades no transmisibles como las crónico-degenerativas y los traumatismos. Esta situación, aunada al creciente costo económico y social de las enfermedades, tensa y dificulta el correcto funcionamiento de los sistemas de salud. A modo de ejemplo, podemos señalar que en algunos países, sólo la atención de la diabetes consume 15% del presupuesto de salud.

Un último pero no menos importante reto en salud es aquel que demanda hoy más que nunca del esfuerzo interdisciplinario: el cambio climático y su impacto en la salud pública. Cada día es mayor el cúmulo de evidencias que apuntan la relación entre las alteraciones ambientales propiciadas por el hombre y su impacto negativo en la salud a corto, mediano y largo plazo. Es un hecho que el clima a nivel mundial ha cambiado y con esto, la vulnerabilidad de las poblaciones a enfermar por múltiples causas. Las repercusiones más visibles son aquellas relacionadas con el ciclo hidrológico, que ocasionan, entre otros fenómenos, la aparición de inundaciones y sequías; desastres naturales que además de ocasionar miles de muertes de manera inmediata, también se traducen en el incremento de la incidencia de enfermedades transmitidas por vectores, tales como el paludismo y el dengue. Al mismo tiempo, aumenta la probabilidad de aparición de brotes de infecciones gastrointestinales graves, como el cólera, que puede mermar importantemente la salud de una región entera en cuestión de días.

En un mundo globalizado como el de hoy en día, el deterioro de los ecosistemas, los cambios ambientales antropogénicos y la tendencia de desigualdad socioeconómica entre las poblaciones interactúan e impactan cada vez con mayor fuerza en la salud a nivel mundial. Por lo tanto, resulta apremiante desarrollar e implementar estrategias que a partir de un esfuerzo interdisciplinario permitan mitigar los numerosos efectos en detrimento de la salud que implica el cambio climático.

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Se deben seguir impulsando nuevas e innovadoras políticas públicas que mitiguen los riesgos y que se adapten a los efectos del cambio climático en todo el mundo, especialmente en las poblaciones más vulnerables, al garantizar que las comunidades sean más resilientes a los inclementes efectos del clima extremo y las enfermedades infecciosas.

Reconociendo estos retos pendientes, en los últimos años ha emergido un consenso en el ámbito internacional sobre la importancia de garantizar el goce máximo de salud a través de la “Cobertura Universal de Salud”, la cual debemos entender como el objetivo general de los sistemas de salud, que se fundamenta en los valores de la Atención Primaria de Salud, en el espíritu de la Declaración de Alma-Ata, y su valor central que es el derecho al goce del grado máximo de la salud, equidad y solidaridad V.

En mayo de 2014 el Consejo Ejecutivo de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) señaló que la Cobertura Universal de Salud quiere decir que “todas las personas y las comunidades tengan acceso equitativo a los servicios integrales y garantizados que necesitan a lo largo del curso de vida con calidad y sin dificultades financieras”. Esto significa que todas las personas –sin ningún tipo de discriminación– deben poder acceder a servicios –determinados localmente– de prevención, promoción, diagnóstico, tratamiento y rehabilitación, así como a medicamentos de calidad, seguros, eficaces y asequibles, de acuerdo con sus necesidades y sin exponerse a dificultades financieras.

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Como bien señala la Dra. Margaret Chan, Directora General de la OMS, la Cobertura Sanitaria Universal es el concepto más poderoso que la salud pública puede ofrecer. Los Estados Miembro de la OPS coinciden con esta visión y tienen el sueño de que las Américas alcanzarán en los próximos años la Cobertura Universal para sus poco más de mil millones de habitantes. Sin duda, este compromiso se traducirá en importantes avances en los indicadores de salud pero, sobre todo, en una mejor calidad de vida y bienestar para las personas que habitan esta vasta y diversa región.

Notas:

I. Para más información sobre la salud como condición previa, resultado e indicador de las tres dimensiones del desarrollo sostenible ver: Declaración de Río sobre los determinantes sociales de la salud del 2011, la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo Sostenible (Río + 20) del 2012, la Declaración de las Naciones Unidas de diciembre del 2012 y el debate sobre la agenda para el desarrollo después del 2015.

II. Eso implica, por un lado, desarrollar capacidades técnicas para poder analizar de forma más sistemática y anticipar los impactos que las políticas de otros sectores tienen para la salud, y, por otro, que mejoremos nuestra capacidad para relacionarnos con otros sectores.

III. OPS/OMS, “Determinantes e inequidades en salud”, Salud en las Américas, OPS, Washington D.C, 2012, p. 3.

IV. Especialmente sobre los llamados “estructurales” que son aquellos que dan lugar a una estratificación dentro de la sociedad (e.g. distribución de ingresos, discriminación y las estructuras políticas).

V. OPS, Estrategia para la Cobertura Universal e Salud, CE154/12, 12 de mayo del 2014

Maureen Birmingham
Representante de la OPS/OMS en México.   @MaureenBirmingh
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