Escrito por 3:00 am Alejandro Sahuí, Democracia, Destacados, En Portada, Política • Un Comentario

MEDIOS, INTERNET Y DEMOCRACIA: UNA NUEVA ESFERA PÚBLICA

Hace unos años Giovanni Sartori publicó un libro titulado Homo Videns. La sociedad teledirigida. El politólogo italiano expresaba su preocupación por el predominio de la televisión como medio de difusión y consumo de información. Al enfocarse en imágenes, más que en palabras, la televisión afecta la capacidad de las personas para entender ideas que exigen abstracción. Además, por su rapidez, la televisión impide el desarrollo de argumentos y diálogos que expliciten y verifiquen todas sus premisas y fundamentos.

Escrito por: Alejandro Sahuí

Una imagen tiene en automático apariencia de verdad e influye fuertemente en sus receptores. Como su impresión no parece exigir demasiado esfuerzo analítico, al contrario de los medios escritos, las imágenes inducirían cierta pasividad y falta de reflexividad.

En el presente, sin embargo, otra estructura mediática interviene la esfera pública. Las redes sociales y plataformas digitales, junto con la televisión, son las formas predominantes como las personas se informan de acontecimientos sociales, económicos y culturales. Iba a añadir “públicos”, pero la misma noción de lo público se ha vuelto problemática.  

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Esta preocupación recorre el nuevo libro de Jürgen Habermas Una nueva transformación estructural de la esfera pública y la política deliberativa. Seis décadas después de su trabajo de habilitación como profesor en Alemania, publicada en español como Historia y crítica de la opinión pública, este filósofo y activo intelectual regresa al tema. Lo que le interesa -antes y ahora- es explicar las condiciones que hacen posible el surgimiento y la estabilización de instituciones amables con el pluralismo democrático.

No parece exagerado atribuir a Habermas el entendimiento de la esfera pública como un lugar apto para la deliberación y el diálogo; un espacio de opinión ciudadana que no equivale a una pura representación demoscópica basada en encuestas, sondeos de opinión, ratings o likes: la democracia aclamativa o de audiencia

El peligro de la nueva estructura de medios sería mayor que la televisión que preocupaba a Sartori. No se trata solo del escándalo que podrían sentir profesores que miran por encima del hombro los nuevos formatos de fácil acceso. Existen problemas reales en las tecnologías digitales cuando se piensan en relación con la esfera pública.

Los medios tradicionales como prensa, radio o televisión buscan atraer al mayor público; en esto consiste su modelo de negocio. Para lograrlo, deben ofrecer productos informativos con apariencia de imparcialidad, aunque siempre se pueda anticipar o descubrir sus sesgos. Igual que los partidos de masas atrapalotodo, los medios compiten por el mismo público. De modo que tienen poderosos incentivos para presentarse como objetivos y veraces. Para no perder audiencia, incluso su línea editorial no debe ser extrema, aunque tenga una agenda particular.

La novedad del fenómeno informativo actual es que ha diluido o acorralado al periodismo profesional como intermediario, ya que cualquier individuo es un potencial autor o editor de noticias: “sin filtros”, como ahora se dice para connotar autenticidad contra imposturas. No hay que explicar los riesgos de esta dinámica con el casi universal acceso a internet mediante los teléfonos inteligentes. Incluso si se presumiera buena fe de sus participantes activos, sería sumamente difícil navegar y discernir entre todos esos insumos informativos. En contextos de gran polarización social y política, la verdad es el primer valor que queda en peligro.

De lado de las personas receptoras las plataformas y las redes sociales tienen la capacidad y están organizadas para focalizar y segmentar sus mensajes con sorprendente precisión. A diferencia de radio y televisión, no tratan con un público de semejantes, sino seducen en forma personalizada. El impacto de ello en la esfera pública es grave y profundo, y está siendo analizado en al menos dos escenarios destacables: por un lado, de la erosión democrática que los liderazgos populistas aprovechan con la polarización; y por el otro, de un capitalismo extractivo que privatiza la esfera pública y transforma a ciudadanos en consumidores.

En ambos casos la democracia queda en peligro. Personas y grupos habitan “filtros burbuja”, se expresan en “cámaras de eco” que magnifican las identidades y blindan las propias ideas sin ocasión para discutir con los demás. Los otros son cada vez más extraños. El sigilo en el diseño de plataformas como Google, Facebook, Twitter (X), Instagram, TikTok, enmarcadas en una economía de la atención motiva a que la información adopte formas de propaganda y espectáculo, dejando en segundo plano sus pretensiones de verdad.  

Cono Habermas concluye, y ya se anuncia en proyectos regulatorios en USA y Europa, es un imperativo constitucional contar con una estructura de medios que favorezca la inclusión y la deliberación en la esfera pública. Hay que trabajar en dirección a domesticar a todos estos poderes.

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