El pasado 23 de noviembre se presentó el informe del Índice de Competitividad Urbana 2021 realizado por el Instituto Mexicano para la Competitividad, A.C. en donde la Ciudad de Mérida, Yucatán se distingue entre los primeros 5 lugares conforme a los resultados en el Índice general por ciudades de más de un millón de habitantes.
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Asimismo, en los resultados generales por grupo de competitividad, ocupa el primer lugar en los subíndices de Derecho y Sociedad. En este sentido, Mérida compite con Valle de México, Guadalajara, Querétaro y Monterrey, ciudades que históricamente se han distinguido por su gran fuerza económica y desarrollo urbano.
Cabe destacar que la ciudad de Mérida ha experimentado cambios significativos en la última década, no precisamente por el crecimiento natural derivado de las demandas de vivienda y servicios de los meridanos, sino por un fenómeno de migración que como bien lo indica el IMCO, los temas de Derecho y Sociedad se convierten en los pilares para una vida segura, con certeza jurídica y armonía social. Y esto es precisamente lo que se vive y disfruta de Mérida.
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Yo llegué a vivir a Mérida en 1978, justo cuando mi padre yucateco después de haber vivido una década en el entonces Distrito Federal decidió junto con mi madre, defeña y de abuelo yucateco, que establecerse en estas tierras sería la mejor opción para crecer a las hijas. Mi corazón y mis recuerdos de niñez y adolescencia estuvieron divididos entre las hermosas playas yucatecas y la imponente Ciudad de México. Si me dan a escoger, me encuentro en un dilema. Pero el tema de la seguridad y lo que el yucateco a lo largo del tiempo ofrece como hospitalidad y generosidad de manera natural, hace que hoy más que nunca, Yucatán se consolide como destino, tanto para visitar, como para vivir y hacer negocios.
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Y es precisamente en dónde hay que prestar atención. Si bien en esta última década el crecimiento exponencial de Mérida se ha visto a través de inversiones inmobiliarias que pueden no ser precisamente para satisfacer las necesidades de los meridanos o yucatecos, sino para cumplir con las demandas de toda esa población que por diversos motivos están dejando sus ciudades de origen, para trasladar sus vidas a sureste mexicano.
En este sentido, habría que realizar dos tipos de proyecciones. La primera en torno a las capacidades de infraestructuras para la movilidad, la dotación de servicios de agua, luz, voz y datos, para cumplir con los requerimientos de una población que no crece de manera paulatina y natural, sino que de repente llega a la ciudad fuera de cualquier tendencia o estadística, y precisamente por sus necesidades de negocios, las cuales se pueden satisfacer a distancia, se requieren más y mejores infraestructuras en el contexto de una Smart City.
Y la segunda proyección estaría enfocada a determinar las capacidades de suelo y sobre todo los valores y la plusvalía que se están generando a partir de todas estas inversiones de alto impacto, para determinar en dónde van a vivir las próximas generaciones de los locales, toda vez que la ciudad se expande y excluye a los más necesitados. Al grado que, por el fenómeno de gentrificación en la periferia, aquellos habitantes de las localidades que han quedado encapsuladas entre desarrollos inmobiliarios de lujo se ven impedidos de adquirir una propiedad en la misma zona, dando por resultado el desplazamiento de estas poblaciones hacia las periferias menos favorecidas de la ciudad.
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En virtud de lo anterior, resulta muy satisfactorio que Mérida se ubique entre los primeros 5 lugares de competitividad urbana, tomando en cuenta que en el informe del 2012 ocupaba el lugar 17[1]. Esto significa que precisamente en una década escaló 12 lugares y, por tanto, es prioritario medir los alcances de tal resultado con el objetivo último de seguir garantizando calidad de vida, así como de estar a la altura de la competitividad para que una población de más de un millón de habitantes en un modelo urbano expandido, tenga acceso a las infraestructuras básicas de la movilidad sustentable, así como a los equipamientos y áreas verdes estratégicamente localizadas. Estos serían los indicadores por atender para medir la competitividad urbana de Mérida, en donde además de estarnos comparando con las demás ciudades, habría que ver hacia adentro y analizar qué es lo que estamos mejorando y hacia dónde vamos.
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[1] https://imco.org.mx/el_municipio_una_institucion_disenada_para_el_fracaso_indice_de_competitivi/
