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Una propuesta a la LXV Legislatura

Han pasado cinco días desde la elección del 6 de junio y los balances se multiplican y cambian según el color y ángulo con que se miren, como en un caleidoscopio pre veraniego. En este comentario me centro en una tarea clave para los próximos años, sobre todo de la LXV Legislatura, en una prioridad que involucra al trienio pero que se prolonga en el resto de la década.

Autor Enrique Provencio

¿Para qué se quieren las mayorías parlamentarias? Es de suponerse que la pregunta subyace a los cálculos o los arreglos para las alianzas, pero eso no queda del todo claro, ni surge espontáneamente de los programas electorales que se enarbolaron.

Lee el artículo: Lo que sigue es el diálogo

La respuesta genérica desde Morena y sus cercanos es que se trata de asegurar la consolidación de las actuales políticas, asumiendo que todas son pertinentes y están dando buenos resultados. Desde los otros grupos o alianzas, parecen proyectarse algunas ideas de cambio, pero su orientación todavía no se alcanza a perfilar.

Una semana después de que inicie la LXV Legislatura llegarán a la Cámara de Diputados las iniciativas de Ley de Ingresos y de Presupuesto de Egresos para 2022, junto con sus Criterios Generales de Política Económica. Si hay algún cambio de estrategia, deberá reflejarse en esas propuestas, y si hay disposición a la deliberación pública y a la negociación, su examen y discusión tendrán que ser abiertos y sin simulaciones.

Lo que hasta ahora se ha dicho es que el programa seguirá siendo el mismo. El día que fue conocido el nombramiento de Rogelio Ramírez de la O como titular de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, el subsecretario Gabriel Yorio anunció, dicho en breve, que se mantendría sin alteraciones la política hacendaria. https://bit.ly/3gonImX

Lo dicho por Gabriel Yorio parecía un adelanto prematuro, pero al día siguiente el propio Presidente de la República reafirmó su conocida postura: no subirán impuestos ni habrá otros nuevos, no habrá reforma fiscal. https://bit.ly/3iu6SWl La fiscal no es la única política económica, claro, pero la reiteración presidencial lo que confirma es que tampoco cambiará la estrategia de desarrollo.

El mismo 10 de junio el Presidente había confirmado que “se va a consolidar la misma política económica que hemos venido aplicando, que nos ha dado buenos resultados, como lo demuestran los hechos” https://bit.ly/2TjKzYO

Aquí está el primer punto que la próxima legislatura puede debatir desde su primera semana: revisar acuciosamente el estado de los hechos, y si la política de bienestar y desarrollo sigue siendo pertinente, si amerita ajustes y si el programa hacendario de 2022 debe reformularse para asegurar una recuperación que se sostenga más allá de la reactivación que está en curso.

Lo primero será ver si tal debate ocurre, o si la mayoría simple en la Cámara de Diputados apostará por una nueva simulación, en la que ni siquiera las opiniones de algunas comisiones legislativas son tomadas en cuenta, aprobando un dictamen cerrado desde el principio. Esto es lo que auguran los dichos presidenciales, y si fuera así de nuevo se estaría desperdiciando la oportunidad de abrir el diálogo y los acercamientos.

La certeza de que todo va bien y así seguirá es discutible, por decir lo menos. Las propias estimaciones oficiales apuntan a que pasada la reactivación en 2021 y parte de 2022, el desempeño económico volverá a su mediocre tendencia histórica, a la generación insuficiente de empleos y a la ocupación precaria, con la exclusión de más de la mitad de los ocupados de la seguridad social.

Por su parte, y aunque por fortuna siga dando buenos resultados la mejora recaudatoria, los ingresos públicos continuarán en la insuficiencia crónica, sin posibilidades reales de mejorar notoriamente la inversión pública ni las capacidades para ampliar los servicios y su calidad, y así ofrecer los bienes públicos que requiere el bienestar.

Esta es la propuesta que enuncia el título de este artículo: que tras el examen riguroso de los hechos se someta a estudio si la política hacendaria debe revisarse. El dictamen presidencial ya fue emitido: debe seguir igual, a pesar de las secuelas de la crisis y de que el mundo esté virando con novedosos proyectos de política industrial, renovación de la infraestructura, impulso de la sustentabilidad ambiental, rediseño de los sistemas de salud, aceleramiento del cambio digital y de otras direcciones de cambio.

Esos y otros impulsos de transformación que estamos presenciando en varios países o grupos regionales, están ordenados con la idea central de que hay que pasar a una nueva etapa expansiva, que supone dejar atrás la consolidación y la contención fiscal, que al parecer dominarán de nuevo las iniciativas hacendarias de 2022. Por ahí podría iniciar el debate en la nueva Cámara de Diputados en septiembre.

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