Escrito por 3:00 am Democracia, Política, Ruth Zavaleta Salgado

Los demócratas

Una vez más,  la democracia se pudo conjugar como si de un verbo se tratara, entre los que se dieron cita en el histórico zócalo de la Ciudad de México y los centros de más de 120 ciudades de la República: Yo soy, tu eres, él es, ella es, nosotros somos, ustedes son, ellos son: Demócratas.

Escrito por:  Ruth Zavaleta Salgado

¿Qué es la democracia? Pocas personas saben todos los conceptos teóricos que se han escrito sobre ella, desde Platón y Aristóteles 300 años a. C., hasta Giovanni Sartori y Norberto Bobbio en la época contemporánea: como forma de gobierno, régimen político, conjunto de reglas para elegir a los gobernantes, modelo ideal de gobierno, democracia constitucional, formal, sustantiva, ciudadana o política. Pero, las y los mexicanos, si sabemos que la democracia significa que tenemos que poder elegir a los representantes políticos con plena libertad política. Desde el año 2000, nos gusta elegir entre varias opciones políticas; un sexenio votamos  por el PRI, otro por el PAN y, ahora,  por Morena. Porque los demócratas tenemos ese derecho, poder elegir a quien se nos dé la gana.

Significa que tenemos el poder ciudadano de premiar o castigar a los actores políticos (que emanan de los partidos y ganan elecciones),  que  cumplan o no con nuestras expectativas para modificar y mejorar nuestras condiciones de vida; significa poder transformar la relación de gobernantes y gobernados por vías institucionales, vía las urnas, no violentas. Pero para que ello suceda, tiene que haber reglas claras y un árbitro que garantice que esas reglas se cumplan. Si no hay árbitro, no hay garantía de que nuestro voto se cuente bien, ni de que podamos cambiar de gobernantes cuando así lo deseemos.

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Por eso en la década de los años 90s, el Poder Legislativo  cambio las reglas del juego electoral para elegir a nuestros representantes políticos del poder ejecutivo y legislativo,  y creó una Institución garante de la libertad política de los ciudadanos: El Instituto Federal Electoral (ahora INE);  y, por eso, el 13 de noviembre, miles de ciudadanos salimos  a las calles a defender al Instituto Nacional Electoral (INE) cuando el presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, y su partido de Morena, quisieron cambiar la Constitución para desaparecerlo. Tal y como lo hemos escrito en este espacio en colaboraciones anteriores, al no tener mayoría calificada para reformar la Constitución, se tramó el “Plan B presidencial”, que consistió en modificar varios artículos de las siguientes  leyes secundarias:  General de Instituciones y Procedimientos Electorales (LGIPE), General de Partidos Políticos (LGPP), Orgánica del Poder Judicial de la Federación (LOPJF), General de Comunicación Social y  la General de Responsabilidades Administrativas (LGRASP); también,  la derogación y posterior promulgación de una nueva  Ley General de los Medios de Impugnación en Materia Electoral (LGMIME).

Apenas la semana pasada se concretó la votación en el Senado de la República (como cámara revisora del proceso legislativo) y se envió al Poder Ejecutivo para su publicación. A partir de que se publique en el Diario Oficial de la Federación (DOF), la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), dirigida en este momento por una presidenta demócrata, la Ministra Norma Piña, tendrá la gran responsabilidad de evaluar si las reformas son constitucionales o no. Para respaldar el fallo a favor del INE y en defensa de lo que ello implica para la democracia,  este domingo 26 de febrero, miles de ciudadanos, hombres y mujeres de todas las edades y condición económica, salimos, nuevamente, a manifestarnos en más de 120 ciudades de las 32 entidades federativas de la Republica.

Un zócalo pletórico en la ciudad de México obligó a que los participantes que llegaron al último, solo pudieran escuchar los discursos en las calles aledañas. La imagen no es nueva, desde hace varias décadas, el Zócalo es símbolo de libertad y, cuando algo no anda bien en nuestra democracia, de forma inesperada y disruptiva, se llena, una y otra vez, de miles y miles de ciudadanos de todas las edades, género y condición económica, para llamar la atención de los que ejercen el poder político para que corrijan el rumbo de sus decisiones; de esa forma, ese lugar histórico, un día se pinta de color morado, otro de rosa y otros más,  de amarillo, de guinda o de blanco.

No cabe duda, que en esta ocasión, a pesar de las descalificaciones y mentiras del presidente López Obrador, en contra de unos de los oradores principales, el exministro José Ramón Cossío, los ciudadanos confían en el INE y no tuvieron miedo de salir a la calle a defenderlo, pero tampoco cabe duda de que, las y los mexicanos, están dispuestos a defender la democracia; lo que sigue ahora es esperar que la SCJN respalde esta convicción  en los próximos días, porque eso es lo correcto y porque tanto la Constitución como sus reformas políticas, son producto de la lucha de miles de mexicanos, hombres y mujeres que estuvieron dispuestos a dar la vida por la transformación del régimen político autoritario al régimen democrático.

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